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LA REPÚBLICA

1819-1880

LA REPÚBLICA

1819-1880

PABLO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

Editor académico

KARIM LEÓN VARGAS

Investigadora gráfica

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La República, 1819-1880 / Pablo Rodríguez, editor académico; Karim León Vargas, investigadora gráfica. – Bogotá: Universidad del Rosario, 2019.

320 páginas.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Colombia – Historia – Siglo xvii 2. Colombia – Primera República, 1819-1832 3. Colombia – Vida social y costumbres – Siglo xvii 4. Colombia – Política y gobierno – Siglo XVII I. Rodríguez, Pablo, editor. II. León Vargas, Karim, investigadora gráfica. III. Universidad del Rosario. IV. Título.

986.104                         SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI

Noviembre de 2019

© Universidad del Rosario

© Editorial Universidad del Rosario

Teléfono: (57-1) 297 0200 Ext: 3112

Carrera 7 N° 12B-41 oficina 501

Bogotá, Colombia

editorial@urosario.edu.co

© TEXTOS

Óscar Almario G., Ricardo Arcos-Palma, Beatriz Castro Carvajal, Guiomar Dueñas Vargas, Marco Manuel Forero Polo, Rodrigo de J. García Estrada, Laura C. García Mera, José Luis Guevara Salamanca, Daniel Gutiérrez Ardila, Ana María Henao Albarracín, Franz D. Hensel Riveros, Patricia Londoño Vega, Gloria Patricia Lopera Mesa, Armando Martínez Garnica, Iris Medellín, Francisco A. Ortega, Luis Javier Ortiz Mesa, Carlos Guillermo Páramo Bonilla, David Alejandro Ramírez Palacios, Ricardo Guillermo Rivadeneira Velásquez, Juan Camilo Rodríguez Gómez, Pablo Rodríguez Jiménez, Víctor M. Uribe-Urán, Karim León Vargas

© José Alejandro Cheyne García, por la Presentación

© Inés Quintero, por el prólogo

Karim León Vargas

INVESTIGADORA GRÁFICA

Ana María Mesa Bedoya

ASISTENTE DE INVESTIGACIÓN GRÁFICA

© FOTOGRAFÍAS

Museo de la Independencia-Casa del Florero, Royal Geographic Society, Museo Casa Quinta de Bolívar, Biblioteca Nacional de Colombia, Museo Nacional de Colombia, Ángela Gómez Cely, Armando Rojas F., Carlos Tobón, Catalina Londoño Carder, Christian Zitzmann Betancourt, Danilo Parra, Ernesto Monsalve Pino, Samuel Monsalve Parra, Alberto Restrepo, Juan Camilo Segura

COMITÉ EDITORIAL: Stéphanie Lavaux, Catalina Lleras Figueroa,

Luis Enrique Nieto Arango, Juan Felipe Córdoba Restrepo

DIRECCIÓN EDITORIAL: Juan Felipe Córdoba Restrepo

COORDINACIÓN DE EDICIÓN: Ingrith Torres Torres

CORRECCIÓN DE ESTILO: Gustavo Patiño Díaz

DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Cristina Londoño Carder

CUBIERTA: Barco de vapor en el río Magdalena, Álbum de mis recuerdos / Libreta de dibujo de Eusebio Posada

Acuarela sobre papel, 28 × 33 cm

Colección Museo de la Ciudad de Ocaña - Antón García de Bonilla, Ing. 5269. Foto: ©Museo Nacional de Colombia / Samuel Monsalve Parra

[Pág. sig.] Der Condor oder Größe Andengeier [El cóndor o gran buitre],

Alcides d’Orbigny. Malerische reise in Sud- und Nordamerika. Leipzig,

Baumgartners Buchhandlung, 1839

Sala de Patrimonio Documental, Centro Cultural Biblioteca Luis

Echavarría Villegas, Universidad Eafit, Medellín

ISBN: 978-958-784-323-1 (impreso)

ISBN: 978-958-784-324-8 (ePub)

ISBN: 978-958-784-325-5 (pdf)

https://doi.org/10.12804/ll9789587843248

Todos los derechos reservados.

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Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

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LA REPÚBLICA, 1819-1880

Al ciclo de conmemoraciones bicentenaristas que se inició en 2010, la Universidad del Rosario se vinculó con un fuerte programa editorial. Inicialmente publicó el libro Historia que no cesa: la independencia de Colombia, dedicado al análisis de los eventos y las circunstancias que condujeron a la ruptura del virreinato del Nuevo Reino de Granada con España. Después, en 2016, editó la obra titulada 1816: El terror y la sangre sublime, que se ocupa del estudio y la explicación de la mal llamada “Patria Boba” y de la reconquista militar española. El libro que ahora se presenta al público versa sobre La República, la entidad que nace en 1819 y se extiende hasta 1880, en los preámbulos de la Regeneración.

Palabras clave: Historia de Colombia, siglo XVII, Primera República, 1819-1832, vida social y costumbres, política y gobierno, conmemoraciones, Bicentenario.

The REPUBLIC, 1819-1880

The Universidad del Rosario joined the cycle of bicentennial commemorations that began in 2010 with a strong editorial program. Initially, it published the book Historia que no cesa: la independencia de Colombia [History that does not end: The independence of Colombia], dedicated to the analysis of events and circumstances that led to the rupture between the Viceroyalty of the New Kingdom of Granada and Spain. Then, in 2016, it released the work entitled 1816: El terror y la sangre sublime [1816: Terror and sublime blood], which is concerned with the study and explanation of the misnamed “Patria Boba” [“Silly Homeland”] and the Spanish military reconquest. The book presented now to the public is about The Republic, an entity that was born in 1819 and extends until 1880, in the preambles to the Regeneration.

Keywords: History of Colombia, 17th century, First Republic, 1819-1832, social life and customs, politics and government, commemorations, Bicentennial.

Citación sugerida / Suggested citation
Rodríguez Jiménez, Pablo (ed.). La República, 1819-1880. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019. https://doi.org/10.12804/ll9789587843248

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CONTENIDO

PENSAR LA REPÚBLICA. COLOMBIA 200 AÑOS

José Alejandro Cheyne García

PRÓLOGO

Inés Quintero

INTRODUCCIÓN

Pablo Rodríguez Jiménez

PARTE I. EL NACIMIENTO

REPÚBLICAS AMERICANAS

Franz D. Hensel Riveros

LA BATALLA DECISIVA

Carlos Guillermo Páramo Bonilla

LA RELACIÓN ENTRE BOLÍVAR Y SANTANDER: UNA ILUSIÓN PERDIDA

Juan Camilo Rodríguez Gómez

EL OBSESIVO CONSTITUCIONALISMO REPUBLICANO: DE LA NUEVA GRANADA A LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, 1811-1886

Víctor M. Uribe-Urán

ESTADO Y FUNCIÓN PÚBLICA EN LA REPÚBLICA

Armando Martínez Garnica

PARTE II. LA CONSOLIDACIÓN

LA ECONOMÍA DEL SIGLO XIX

Marco Manuel Forero Polo

LOS RESGUARDOS INDÍGENAS Y LA CUESTIÓN AGRARIA EN EL SIGLO XIX

Gloria Patricia Lopera Mesa

LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

Iván Espinosa

ESTADO-IGLESIA EN COLOMBIA EN EL SIGLO XIX

José David Cortés Guerrero

LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS POBRES Y DESVALIDOS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA COLOMBIA REPUBLICANA

Beatriz Castro Carvajal

PARTE III. LA POLÍTICA

UN SIGLO DE PARTIDOS

Daniel Gutiérrez Ardila

EL LIBERALISMO RADICAL (1860-1885): ENTRE LA TRADICIÓN, EL CAMBIO SOCIAL Y LA CRISIS INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA TEMPRANA

Óscar Almario G.

GUERRAS CIVILES EN COLOMBIA ENTRE 1830 Y 1880

Luis Javier Ortiz Mesa

EL LENGUAJE DE LA REVOLUCIÓN

Francisco A. Ortega

HACIA UNA PEDAGOGÍA REPUBLICANA Y PATRIÓTICA: CEREMONIAS Y RITUALES FÚNEBRES EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX

Ana María Henao Albarracín

PARTE IV. LA SOCIEDAD

CARTOGRAFÍA, TERRITORIO Y NACIÓN EN COLOMBIA. DE LA INDEPENDENCIA A LA REGENERACIÓN

David Alejandro Ramírez Palacios

INSTRUIR CIUDADANOS PARA LA PATRIA: EL CAMINO DE LA SISTEMATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX

Laura C. García Mera

PRENSAS REPUBLICANAS: LA TRANSICIÓN DE UN MERCADO DE PERIÓDICOS A UNO DE EDITORIALES

José Luis Guevara Salamanca

EXTRANJEROS QUE SE ARRAIGAN EN EL PAÍS Y FUNDAN FAMILIAS

Rodrigo de J. García Estrada

LEGADO VISUAL DE LOS VIAJEROS EN LA REPÚBLICA DECIMONÓNICA

Patricia Londoño Vega

PARTE V. LA CULTURA

AMOR ROMÁNTICO Y MATRIMONIO EN EL SIGLO XIX

Guiomar Dueñas Varga

ENTRE LA AGENCIA Y LA INVISIBILIZACIÓN: LAS MUJERES EN EL SIGLO XIX

Iris Medellín

VIDA COTIDIANA EN LA REPÚBLICA

Pablo Rodríguez Jiménez

ARTE, CULTURA Y POLÍTICA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX

Ricardo Arcos-Palma

ARQUITECTURA DURANTE EL SIGLO XIX. MANERAS DE CONSTRUIR Y HACER NACIÓN

Ricardo Guillermo Rivadeneira Velásquez

BIBLIOGRAFÍA

AUTORES

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Silvano Andrés Cuéllar Jiménez
Alegoría de la Nación, 1938
Óleo sobre tela, 82 × 101 cm
Reg. 3596, Museo Nacional de Colombia, Bogotá

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Y. Aliriventz
Uniforme de Infantería de Marina, 1823
Acuarela y tinta de china sobre papel, 23 × 18.8 cm
Reg. 624, Museo Nacional de Colombia, Bogotá

PENSAR LA REPÚBLICA

COLOMBIA 200 AÑOS

Las efemérides del Bicentenario de la Independencia de Colombia bien merecen celebrarse. En la Universidad del Rosario, nuestra forma ha sido motivar una amplia reflexión sobre los acontecimientos sucedidos en el país hace dos siglos con sus efectos inmediatos y en el largo plazo. Inicialmente fueron publicados dos libros que versaron sobre la revolución independentista y la Reconquista española. Ahora el lector tiene en sus manos un tercer libro que se ocupa del estudio de una historia compleja, contradictoria y fascinante: la de la primera república colombiana.

La República es una construcción, el resultado de un complejo tránsito histórico. Pasar de la Colonia a la República no fue fácil. En el caso colombiano, como en muchos otros, supuso una guerra larga y sangrienta, una rica difusión de ideas y pensamientos, la creación de instituciones y constituciones e imaginar y proyectar todo un discurso que diera identidad y unidad a sus habitantes. La diversidad de nombres y modelos constitucionales con que fue conocida en distintos momentos la República de Colombia confirma la complejidad política del proceso que se vivía. Los autores de este libro han hecho un esfuerzo notable por mostrarnos en pequeños ensayos los aspectos fundamentales de este trascendental momento histórico.

Como institución dedicada a la formación de profesionales comprometidos con el país desde hace 365 años, es un gusto ofrecer una obra como esta. Con seguridad, su lectura permitirá entender y sopesar las realizaciones de los primeros colombianos. Efectivamente, se ha preferido la dimensión analítica y crítica de esa historia, más que la romántica, que todo lo idealiza, o la pesimista, que todo lo niega. La historia de la Colombia del pasado, como la del presente, muestra logros conquistados con dificultad. Quizá por ello tantas veces se nos hace difícil apreciar sus avances y reparamos más en sus tropiezos y fracasos.

Un aspecto que nos halaga de la presente obra es su carácter total, pues abarca la mayor parte de los temas posibles de abordar en una realidad histórica. Sus aspectos sociales, políticos, económicos, culturales y emocionales son tratados como un conjunto y enriquecidos por múltiples imágenes que, más que ilustraciones, son verdaderos relatos visuales. En ellos podemos apreciar la riqueza de la iconografía producida por los pintores nacionales y los extranjeros que visitaron el país. Así, relatos escritos y relatos visuales se entretejen para ofrecernos un producto del que nos sentimos orgullosos.

JOSÉ ALEJANDRO CHEYNE GARCÍA

Rector

Universidad del Rosario

Septiembre de 2019

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Plano topográfico del campo en que tuvo lugar la Batalla de Boyacá
(7 de agosto de 1819). Talleres del Estado Mayor General, 1918
Sala de Libros Raros y Manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá

PRÓLOGO

INÉS QUINTERO

En Colombia, como en Venezuela y en la gran mayoría de los países latinoamericanos, la Independencia ha sido generalmente interpretada como la culminación exitosa del proceso que condujo a la ruptura definitiva con la “Madre Patria”. De acuerdo con esta lectura, bastante maniquea y simplista del proceso independentista, el alcance de mayor significación que puede otorgársele a ese periodo esencial de nuestra historia es el de habernos liberado de la sujeción que nos mantenía unidos al Imperio Español; ese sería el legado fundamental de la gesta emancipadora.

No ha sido común, ni se ha destacado con la misma contundencia y uniformidad discursiva, percibir que la ruptura con España fue también el inicio de un proceso que, en su dimensión política, condujo al rechazo y la negación de la monarquía como forma de gobierno, y que dio lugar, luego de intensos debates, a la formulación de la propuesta republicana y a su adopción como el modelo ideal de gobierno, fundado sobre el ejercicio de la soberanía popular, la práctica de la representación, la división y el equilibrio de los poderes públicos y la aprobación de un pacto constitucional en el cual quedasen claramente establecidos los principios fundamentales del nuevo gobierno.

En el caso de Colombia, el triunfo de la república y su consolidación como forma de gobierno constituyen un largo y complejo proceso cuyo estudio y comprensión demandan el examen de los debates, las definiciones y las rupturas políticas que tuvieron lugar durante los años de la Independencia, así como el análisis del enorme e ininterrumpido esfuerzo realizado, a lo largo de las décadas siguientes, a fin de solventar las discordias, dirimir las diferencias, reducir las tensiones, atenuar las contradicciones sociales, superar las dificultades económicas, encontrar las respuestas y construir los acuerdos que favorecieron el establecimiento perdurable de las prácticas y los principios republicanos en la vida de los colombianos.

Es, precisamente, el estudio de este largo y complejo proceso el objetivo del libro La República 1819-1880, tercer volumen de la muy cuidada colección conmemorativa del Bicentenario, con la cual se ha comprometido la Universidad del Rosario desde 2010, bajo la coordinación académica del historiador Pablo Rodríguez.

Para cumplir con el propósito esencial de esta nueva entrega, dedicada a la formación y la consolidación de la república, se advierte claramente en la estructura de la obra y en la selección de los temas y los problemas que van a ser abordados por los diferentes autores, la firme determinación de distanciarse de los esquemas de periodización que privilegian o se guían fundamentalmente por la secuencia cronológica de los distintos gobiernos; tampoco está entre sus objetivos insistir en la descripción y la narración de las guerras civiles y los enfrentamientos por el poder, o destacar los hitos, los episodios y los personajes que marcaron la historia de esos años, como reiterativamente se ha expuesto en buena parte de la historiografía dedicada al siglo XIX colombiano. Queda igualmente manifiesta en los propósitos, la orientación y el contenido de la obra una clara ruptura con las valoraciones historiográficas que en el pasado, y todavía en el presente, han denostado y descalificado al siglo XIX como un periodo carente de realizaciones y resultados perdurables, caracterizado, de manera esencial, por la anarquía y la inestabilidad política.

En correspondencia con esta perspectiva, la obra está mucho más atenta a la comprensión histórica del proceso de construcción de la república y de formación de la nación que a la narración o la descripción de los hechos, y le otorga mayor relevancia al estudio de los problemas y las contradicciones que se hicieron presentes durante esos complejos años que a detallar las actuaciones públicas o las gestiones gubernativas de quienes ocuparon posiciones de poder.

Un importante número de los artículos reunidos en este libro constituyen, por tanto, aportes que profundizan, amplían o problematizan aspectos que fueron determinantes en la formación y la consolidación de la vida republicana. Se examinan allí la organización del Estado, a partir del funcionamiento del Poder Ejecutivo como un espacio determinante en la fijación de la agenda pública; se analiza el fuerte impacto que tuvo la carga de la deuda contraída durante la guerra en la lenta transformación del modelo económico colonial al republicano; se estudian las contradicciones que representó la supresión de los resguardos indígenas en la difícil inserción de estas comunidades en la vida republicana; se atienden las tensiones presentes entre el gradualismo de la política de manumisión y las demandas por la abolición definitiva de la esclavitud; se hace seguimiento a las cambiantes relaciones entre la Iglesia y el Estado hasta la sanción final del Concordato, y se revisan los esfuerzos, los métodos y los proyectos que se llevaron a cabo para extender la educación y lograr la formación de “ciudadanos para la patria”.

Al abordar el origen, el desarrollo y la actuación de los partidos políticos hay el objetivo expreso de enfrentar los “abusos interpretativos” establecidos a partir de los testimonios sesgados e interesados construidos al calor de los hechos; se advierte, igualmente, una preocupación por discutir algunas de las premisas establecidas sobre el tema dejando ver la diversidad de posiciones, intereses y tendencias presentes, tanto en la composición de los partidos como en sus decisiones políticas; orientación similar puede advertirse en el estudio del liberalismo radical, al ponderar su singularidad y al destacar las contradicciones y las debilidades de su proyecto político; en el análisis de las guerras civiles se pone especial atención al revisar sus motivaciones y sus alcances y al destacar no solo los conflictos sociales, las tensiones regionales y las banderas políticas, sino también, las negociaciones, los acuerdos y las soluciones pacíficas alcanzadas.

También se incorporan nuevos temas y problemas, cuya revisión se ha hecho presente en la historiografía colombiana de las últimas décadas. Es el caso, por ejemplo, del estudio del constitucionalismo con la perspectiva analítica de la historia conceptual, lo cual permite dar cuenta del “recetario de aspiraciones históricas” que encierran los numerosos y muy diversos textos constitucionales sancionados durante esos años; igual sucede con el análisis de los lenguajes políticos, cuya finalidad es dar cuenta no solo de los cambios que se producen con la introducción de nuevos conceptos, sino también, de las variaciones que ocurren en sus usos y sus significados, así como en su difusión y su explicación a través de diccionarios, catecismos y periódicos, lo que conforma un interesante y todavía inexplorado “laboratorio conceptual”. El estudio de la prensa, la producción literaria y el trabajo de los impresores durante el siglo XIX se lleva a cabo con novedosas perspectivas, que incluyen la formación de un amplio mercado del libro y la inserción de las políticas editoriales en las “nuevas dinámicas globales de circulación de la información” que caracterizan el periodo.

Se presta igualmente atención al examen de los funerales patrióticos y su incidencia en la difusión de una pedagogía republicana, entre cuyos propósitos estuvo darle cohesión a la construcción de los valores republicanos en la integración de la nación; desde este mismo interés, se hace un recorrido por los distintos mapas elaborados desde 1811 hasta que concluye el trabajo de la Comisión Corográfica para estudiar el complejo proceso de integración territorial, como un aspecto clave en la consolidación republicana y en la formación de la nación. Las distintas representaciones del paisaje y las costumbres de la sociedad colombiana, elaborados por los viajeros que visitaron el territorio de la actual Colombia durante el siglo XIX, también se incluyen como un importante aspecto que permite conocer la realidad colombiana desde la “mirada del otro”.

Es digna de destacar la incorporación de un conjunto de artículos cuyos contenidos se detienen en el análisis de la sociedad y de la cultura, a fin de ofrecer una comprensión más amplia y completa de lo que fueron la consolidación del proyecto republicano y la formación de la nación colombiana. Con ese objetivo, se revisan las diferentes iniciativas que se llevaron a cabo para ofrecer atención y apoyo a los sectores más desvalidos de la sociedad, como una expresión de lo que fue la inclusión de las prácticas y los principios de la asistencia social entre las nuevas responsabilidades del Estado; se estudian también la vida cotidiana, el consumo, la pobreza, las nuevas formas de sociabilidad, la vida familiar, los códigos afectivos y el matrimonio; se dedica un capítulo al estudio de las mujeres y sus presencias en la sociedad colombiana y sus diferentes espacios de actuación de acuerdo con su origen y su condición social, así como su participación en la vida productiva. Son objeto de atención el impacto de la presencia extranjera en el desarrollo de las más diversas actividades, científicas, artesanales, tecnológicas, educativas, musicales, artísticas y productivas; las actividades, los proyectos y las instituciones culturales, así como las transformaciones arquitectónicas que ocurren en la construcción y el diseño de las casas y en las obras civiles y militares.

Todo este conjunto de prácticas sociales y vivencias culturales, como señala el coordinador de la obra, constituyen expresiones diversas en la creación y la ampliación de espacios para el ejercicio republicano, y también, distintas maneras de hacer nación; de ahí la pertinencia y la importancia de su inclusión.

En la gran mayoría de los capítulos, los distintos autores ofrecen una lectura actualizada acerca de los temas y los problemas que abordan. Esto resulta claramente visible no solo porque muchos de quienes escriben son, al mismo tiempo, autores de obras y artículos publicados en tiempos recientes sobre sus objetos de estudio, sino también, porque en sus bibliografías incluyen los resultados de investigación que se han publicado en los últimos años referidos a estos mismos temas. Tiene así el lector entre sus manos la actualización historiográfica más reciente que se haya hecho sobre el proceso de construcción y consolidación de la república colombiana.

Además, los autores provienen de diferentes universidades del país, se han formado dentro y fuera de Colombia y se encuentran en distintos momentos de su trayectoria profesional; escriben aquí profesores eméritos o jubilados de prestigiosas universidades nacionales, jóvenes profesionales que comienzan a consolidarse como investigadores y profesores universitarios, y también, nuevos historiadores que están concluyendo su formación doctoral. Esta representativa muestra de la historiografía colombiana contemporánea deja ver el interés y la preocupación del coordinador de la obra en reunir diferentes experiencias, tendencias y perspectivas historiográficas con el propósito de ofrecer una mirada lo más amplia y diversa posible sobre la consolidación del proyecto republicano en la historia de Colombia.

No me queda sino agradecer a Pablo Rodríguez, gran amigo, pero, sobre todo, comprometido y dedicado historiador, por el inmerecido privilegio y el difícil encargo de prologar este muy completo y extraordinario libro, que recoge el largo recorrido y el inmenso esfuerzo colectivo realizado por los colombianos por hacer efectivos y perdurables los principios y las prácticas republicanos.

Venezuela, julio de 2019

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Demetrio Paredes - C. Dornheim
Cuadro alegórico de las batallas de la Independencia de la Nueva Granada, ca. 1870
Litografía, 61.8 × 47 cm
Reg. 780, Museo Nacional de Colombia, Bogotá

INTRODUCCIÓN

PABLO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

Al ciclo de conmemoraciones bicentenaristas que se inició en 2010, la Universidad del Rosario se vinculó con un fuerte programa editorial. Inicialmente publicó el libro Historia que no cesa: la independencia de Colombia, dedicado al análisis de los eventos y las circunstancias que condujeron a la ruptura del virreinato del Nuevo Reino de Granada con España. Después, en 2016, editó la obra titulada 1816: El terror y la sangre sublime, que se ocupa del estudio y la explicación de la mal llamada “Patria Boba” y de la reconquista militar española. El libro que ahora se presenta al público versa sobre La República, la entidad que nace en 1819 y se extiende hasta 1880, en los preámbulos de la Regeneración.

No cabe duda de que la construcción de la república fue un sueño, una ilusión, de los patriotas que lograron la independencia1. Sin que estuvieran de acuerdo sobre su forma, la república constituía el modelo ideal de gobierno, el que garantizaba la soberanía popular y establecía un orden y un equilibrio duraderos. No sorprende que tan pronto como se obtuvo el triunfo militar en Boyacá se procediera a convocar un congreso constituyente en Angostura, y, poco después, en Cúcuta, pues de lo que se trataba era de fundar una república constitucional, que tuviera como sustento y fuente legitimadora una Constitución. La Constitución, al representar la voluntad de un pueblo, adquiría un carácter casi sagrado, que obligaba respeto y obediencia. La división de poderes, en sus órganos legislativo, ejecutivo y judicial como su carácter representativo, era, sin duda, la que le otorgaba dimensiones modernas y revolucionarias. Garantizar la libertad y la igualdad, como la seguridad y la propiedad, eran sus principales lemas. Y no deja de conmovernos que la Constitución de Cúcuta, al decretar la independencia de la monarquía española, manifieste que “(…) la nación no es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni persona”2. Es comprensible, entonces, que los patriotas vivieran con especial entusiasmo el nacimiento de la república colombiana.

En años recientes se ha adquirido mayor claridad respecto a que este proceso no partió de la nada, sino que tuvo un importante precedente, cual fue el de la formación de juntas provinciales entre 1810 y 1816. No solo se trató de una compleja experiencia de formación de gobierno, de ejercicio político y debate constitucional3: se trató también del descubrimiento de las poderosas fuerzas e intereses regionales que debilitaron la unidad necesaria del proyecto republicano. La definición de dicho periodo como “Patria Boba” impide descubrir las ricas experiencias conseguidas en dichos años, y que se proyectarían en los años futuros.

Las seis décadas que van de 1819 a 1880 no son un periodo homogéneo desde el punto de vista histórico. Todo lo contrario. Fue una época signada por la búsqueda de la consolidación del proyecto republicano, en cuyo itinerario se enfrentaron distintas ideologías y proyectos políticos, aparecieron con fuerza inusitada los regionalismos, con frecuencia se debatía sobre si era preferible un país centralizado o uno federal, y periódicamente el país se fracturaba y se enfrascaba en violentas guerras civiles. Pero también, en medio de esa persistente tensión política que se vivió en el periodo republicano, el país vio la formulación de proyectos económicos, iniciativas de modernización del país, intentos de adelantar proyectos culturales y ciertos cambios en las mentalidades de la población. De hecho, un aspecto que revela el dramatismo de estos tiempos son los variados nombres que tuvo la República de Colombia. Efectivamente, entre 1811 y 1816 se llamó Provincias Unidas de la Nueva Granada; entre 1819 y 1831, la Gran Colombia; entre 1832 y 1858, República de la Nueva Granada; entre 1858 y 1863, Confederación Granadina; entre 1863 y 1886, Estados Unidos de Colombia, y desde 1886 hasta hoy, República de Colombia. Cada cambio de nombre está relacionado con nuevos proyectos de gobierno, con una fractura en el régimen de gobierno y, casi siempre, con una nueva Constitución.

Si bien cada uno de los momentos republicanos mencionados merecería un comentario, por lo pronto consideramos conveniente reparar en la Gran Colombia para el inicio de las reflexiones de este libro. ¿Cuánto de utopía o de realismo hubo en el proyecto grancolombiano? Surgido de la guerra, y todavía con una campaña militar por ade lantar en territorio venezolano y en el sur del territorio, tenía en su haber la experiencia administrativa virreinal. Las tres audiencias (Santafé, Caracas y Quito) funcionaban, con amplia autonomía para cada una de ellas. El contexto militar persuadía y obligaba a la unidad. Pero bien sabemos que no pasó mucho tiempo para que los recelos y los sentimientos autonomistas terminaran por fracturar la unidad y echar a perder el anhelo bolivariano. La persistencia en la consideración sobre si el proyecto de la Gran Colombia fue un fracaso resulta pueril, pues no repara en los antecedentes ni en las circunstancias mismas en las que este se llevó adelante.

Cabe recordar que, para cierta historiografía radical, se considera que la verdadera independencia —o, mejor dicho, las reales transformaciones sociales— solo habrían ocurrido a mediados del siglo XIX. El planteamiento implicaba que, con la independencia, las condiciones sociales de los sectores populares y el poder de ciertas instituciones continuaron intactos. Eso no es del todo cierto, pues si bien fue a mediados de dicho siglo cuando, en efecto, se liberó a los esclavos y cuando se decidió afectar el poder de la Iglesia sobre los bienes de manos muertas, no podría considerarse que durante la guerra de independencia y las movilizaciones de ejércitos y de proyectos políticos durante la Gran Colombia, las realidades permanecieron incólumes, pues bien sabemos que en distintas zonas del país estallaron pequeños conflictos que comprometían grupos de pardos y mulatos armados, como también, que desde muy temprano empezó a cuestionarse el dominio de la Iglesia sobre la educación.

Frente a la Independencia, esa época aprestigiada por el triunfo militar y el logro de la ruptura con España, ese proceso extraordinario adelantado por grandes prohombres, la república, tradicionalmente, nos es presentada como un periodo caótico y convulso, sin mayores logros en la formación de la nación. La idea del fracaso republicano —qué duda cabe— sirvió para justificar el Estado fuerte de la Regeneración, pero en el campo historiográfico del siglo XX actuó como antídoto a la investigación del periodo. Hasta hace pocos años, era reconocido con pudor el poco entusiasmo que suscitaban entre los historiadores la república y el siglo XIX en general. Algo que, décadas atrás, destacados historiadores extranjeros buscaron remediar. Autores como David Bushnell, Frank Safford, Malcolm Deas, Catherine LeGrand, Charles Bergquist y Michael Jiménez dieron un importante impulso a la historia social del periodo. Algo que fue acompañado con el aporte de importantes economistas nacionales interesados en la historia. Sin embargo, después de los años ochenta del siglo XX sobrevino una especie de desencanto con la historia republicana, cosa que, por fortuna, parecería estar transformándose con el auge de nuevas y afortunadas investigaciones4.

Uno de los asuntos que suelen discutirse con más ahínco es el de la ciudadanía durante el proceso republicano. En teoría, todos los hombres eran iguales ante la ley; es decir, todos eran ciudadanos de la república. Pero bien sabemos que la ciudadanía tuvo que ver con la representación; o sea, con el derecho a sufragar y las calidades para desempeñar cargos públicos. Las restricciones que estos imponían en términos patrimoniales, étnicos, de condición civil y de educación, dejaban por fuera a la mayor parte de la población. La experiencia de conceder el voto universal, por parte del liberalismo radical, enseñaría sus limitaciones, dados los fuertes vínculos de dependencia de los campesinos en el país. Así pues, durante la República tendríamos una ciudadanía restringida, limitada a unos sectores privilegiados y postergada para las amplias mayorías5.

Con frecuencia se dice que vivimos una época emocional, un momento en el que las emociones han sido rehabilitadas. Entonces cabe la pregunta: ¿fue la República una época emocional? Sin duda, lo fue. Nunca antes se había hablado tanto de amor, aunque ahora era de amor a la patria. Un sentimiento superior, que obligaba al sacrificio. Pero también fueron tiempos en los que el miedo abrazaba a la población; especialmente, en las guerras. Y al respecto ya sabemos cuán frecuentes fueron, y que cuando eran anunciadas la gente sabía que sobrevendrían los empréstitos, las confiscaciones, los reclutamientos, las batallas, las muertes y los heridos. Guerras de las cuales nunca se sabía cuánto durarían. Aunque también, desde las décadas de la Ilustración, con mucha insistencia, se nombraba la felicidad. Alcanzar la felicidad de la república era casi un lugar común en los discursos de los gobernantes y los políticos. De manera más general, la independencia y la república fueron las épocas en las que nace la política como una pasión. Una pasión intensa, en la que el sacrificio, la lealtad, el honor y la empatía navegaban junto a la ambición, la envidia, el odio y la traición.

Al presente libro no lo guía la visión patriótica tradicional, de sentido evolucionista, acerca de la república. Una interpretación que une la Independencia y la República, y, en general, todo el siglo XIX, como un proceso lineal. Pero tampoco, como el de una serie de fracasos y transformaciones incompletas. Preferimos adoptar el criterio del pensador y diplomático francés Régis Debray, quien al responder a su hija que le pregunta si al hablarle de la república le ha estado hablando de una utopía, le dice:

En cierto sentido, sí. La República nunca se realiza. Seguramente es irrealizable. Todas las repúblicas que existen son esbozos relativos, inferiores a sus principios. Del dicho al hecho (…) Es solo un acuerdo que nos permite negociar nuestros desacuerdos de la mejor manera posible. O la menos mala. Este régimen tiene sus límites, sus sombras, sus agujeros negros…Pero como su idea está en nosotros, podemos sentir la injusticia de los hechos e intentar remediarlos cada día. Esta idea es como una lejana señal que nos dice que avancemos; como una tarea que debe ser cumplida, intempestiva, infinita, y sin garantía de final feliz. No dejes que esta promesa se disuelva entre los derechos adquiridos o en palabras vacías. Es un patrimonio que te ha sido transmitido, y que deberás transmitir a tus hijos, enriquecido y ampliado por lo que tú habrás hecho por él.6

Es decir, creemos que con la independencia se dio curso a un proyecto: el de la república, cuya construcción era necesariamente compleja y conflictiva, dada la realidad de la que se partía. La República debemos verla como el proceso de afirmación de un sistema de gobierno tripartito y de unos valores primordiales, como la libertad y la igualdad. Los resultados logrados, probablemente, no sean más que eso: una serie de principios defendidos por los distintos gobiernos; algunos, con excesos o levantados como banderas para deponer gobiernos e iniciar confrontaciones.

Este libro está conformado por 25 capítulos breves, en los que se analizan aspectos significativos del periodo republicano. Los capítulos están organizados en cinco apartados o secciones temáticas, que no necesariamente tienen una secuencia cronológica. El primero de estos apartados trata el surgimiento de la República; el segundo, su consolidación; el tercero, aspectos políticos; el cuarto, distintos asuntos sociales, y el quinto, asuntos culturales. Esta división, sin embargo, aceptamos que es un poco arbitraria, pues, por ejemplo, “lo político”, “lo social” o “lo cultural” se hallan presentes en los distintos apartados. Pese a la brevedad de los capítulos, estos procuran ofrecer al lector una mirada analítica y crítica sobre los aspectos esenciales del tema que tratan. Como se podrá apreciar, el conjunto de los capítulos cobra unidad en la profundidad y el desarrollo temporal de las temáticas. En ellos hay referencias a gobiernos, personas, hechos y coyunturas que, en ocasiones, se corresponden con los ofrecidos en otros capítulos. Esto no debe verse como una repetición, sino como la significación y la importancia que tuvieron en la época.

La primera sección del libro reúne cinco capítulos, que tratan temas de extrema significación. En primer lugar, se analizan la importancia de la Batalla de Boyacá, el éxito militar y su influencia en el devenir de la república. Sin duda, se trata del fin no definitivo del ciclo de campañas militares. Le sigue un estudio sobre el constitucionalismo, una especie de obsesión que marcará la historia del siglo XIX. No porque fuera una república de abogados, sino porque había la convicción de que en la Constitución descansaban la autoridad y el orden. Cambiarla o reformarla sería la razón de innumerables enfrentamientos políticos durante el periodo. En el texto sobre las relaciones entre Bolívar y Santander, las figuras principales de la Independencia y la Gran Colombia, se analizan con detalle los afectos y las desavenencias a que daban lugar las acciones en curso. No se trataba solo de dos fuertes personalidades, sino de dos comprensiones diferentes del modelo de república, y fue eso lo que, al final, terminó distanciándolos. En el capítulo sobre el Estado y la función pública se traza un perfil del gobierno y los cargos públicos que se fundaron. Acá se presenta la manera como el organigrama del gobierno fue transformándose, siempre conservando una estructura básica de secretarías y ministerios. Finalmente, el último capítulo de este apartado se ocupa de la comprensión de la importancia que tuvo en los inicios republicanos el imaginario americano. Especialmente, se describe cómo el escenario de las Cortes de Cádiz fue lugar propicio para el desarrollo del americanismo, que potenció de manera decidida el independentismo.

Las que podríamos llamar consolidación y transformaciones de la República conforman el segundo apartado del libro. En primer lugar, un capítulo se ocupa de registrar la compleja economía del despegue republicano. El endeudamiento, en primer término, y las limitaciones para fortalecer economías agrícolas de exportación, por otra parte, fueron los aspectos que distinguieron buena parte del siglo XIX. Igualmente, en dos capítulos separados, se estudia la política de desmantelamiento de los resguardos y de afectación a las tierras comunales indígenas, como también, los pormenores del gradualismo establecido a la abolición de la esclavitud. La paradójica actitud de la República con la población indígena y la, en ocasiones, contradictoria política abolicionista fueron, sin duda, los dos hechos que más hacían sentir la pervivencia del sistema colonial. Por otro lado, la aceptación del papado de la independencia colombiana no fue un hecho fácil, y a lo largo del siglo XIX las relaciones Iglesia-Estado estuvieron marcadas por el vaivén de la orientación política de los gobiernos. Probablemente, no hubo asunto tan sensible en la política colombiana de la época como la orientación religiosa del país. Igualmente, cabe acá la inquietud sobre la pobreza, especialmente urbana, que crece a lo largo del siglo y los inicios de la asistencia social por parte del Estado. Es esta la época en la que, paulatinamente, el sentimiento de caridad, de contenido cristiano, va dando paso a una toma de conciencia de que era tarea del Estado socorrer a los pobres y desvalidos.

Reconociendo la importancia que la política y lo político tuvieron en la formación de la república colombiana, hemos dedicado una sección a revisar algunos de sus aspectos más significativos. En ella se analiza tanto el origen de los partidos políticos como su proceso formativo. También, de manera particular, se estudia el caso del liberalismo radical: las razones de su surgimiento, sus fundamentos ideológicos y sus protagonistas principales. Además, se somete a escrutinio una de las marcas del siglo XIX, cual fue la de las frecuentes guerras civiles. Para el autor, no deja de ser significativa la pregunta de por qué la fácil disposición para armar un ejército y levantarse contra el gobierno. Igualmente, creímos oportuno incorporar una reflexión sobre el lenguaje de la República, pues no hay duda de que con ella muchas nociones adquirieron nuevo significado, además de que se popularizaron y se incorporaron al habla cotidiana. En este mismo sentido, queremos resaltar la importancia que los símbolos y las representaciones tuvieron en la formación del imaginario republicano. Distintas ceremonias, pero especialmente las honras fúnebres de los patriotas, fueron ocasión para exaltar valores, comportamientos y poner en práctica una auténtica pedagogía patriótica.

La construcción de la nación colombiana requería adelantar una serie de estrategias, parte de las cuales se analizan en un apartado particular. Una de ellas, en extremo significativa, era la definición de su territorio y sus límites. Durante el periodo republicano la cartografía tuvo especial relevancia a través de comisiones especiales promovidas por el Estado. Otro aspecto de indiscutible importancia fue el de la educación en sus distintos niveles. La reflexión acá está centrada en los pasos dados por el Estado para impulsar una educación pública y laica. Por otro lado, se analiza el impacto que tuvo la introducción de las modernas pedagogías en el país. En el mismo sentido cultural, se estudia la importancia que en el siglo XIX tuvieron la prensa y el periodismo para agenciar ideas y pensamientos. No deja de ser un hecho sorprendente la frecuencia con la que se fundaban periódicos —la mayoría, de contenido político, es cierto— en la capital, como en muchas ciudades de provincia. Un aspecto en el que la historiografía ha reparado poco es en el de la presencia y el establecimiento de extranjeros en el país. Es cierto que muchos llegaron con ocasión de la independencia, pero el flujo continuó, aunque a menor ritmo, a todo lo largo del siglo XIX, motivado ahora por intereses comerciales y empresariales. Una observación de este hecho da elementos para tener una mejor comprensión de la conformación social del país. Menos estudiado, aunque de alguna manera conocido, es el legado iconográfico que dejaron muchos extranjeros. Imágenes elaboradas en pequeño o mediano formato, habitualmente, poblaron el imaginario visual del país. El ejercicio que nos propone la autora del estudio es la observación sobre su contenido, sus temas y su fuerte influencia en la representación de lo que era el país de entonces.

El libro cierra con un conjunto de estudios que podríamos definir como de carácter social y cultural. El primero se ocupa del estudio de la fuerte y decisiva participación de las mujeres en el proceso independentista. Así mismo, revisa el activo papel que tenían en la economía del siglo XIX, como también, las tímidas iniciativas del Estado para extender la educación a las mujeres. Si en muchos aspectos la cultura familiar continuó casi intacta en el periodo republicano, en distintos ámbitos emergió el romanticismo; especialmente, en las relaciones amorosas y conyugales de la élite se intensificó el sentimiento afectivo, el cual tuvo en la escritura de cartas y de diarios sus mayores medios de expresión. En una rápida mirada a la vida cotidiana, puede apreciarse una sociedad que oscilaba entre la opulencia y la precariedad. Los libros de viajeros, una rica fuente para la observación de hechos sociales cotidianos, revelan dicho contraste en muchos aspectos. Finalmente, dos estudios se enfocan en el análisis de las transformaciones arquitectónicas y en el balance de los proyectos y las producciones culturales alcanzados en la época.

Como puede verse, el amplio conjunto temático que conforma este libro cubre de forma casi completa los tópicos que han sido esbozados por la historiografía. Con perspectivas distintas y con acentos diferentes, lo económico, lo político, lo social y lo cultural son tratados, así sea de manera breve. Nuestro objetivo, como ya lo indicamos, es enseñar las complejidades de la construcción de una nación. Algo que, probablemente, matice la idea habitual, forjada por la Regeneración, de que lo que había existido hasta entonces había sido caos y ruina.

Finalmente, en mi calidad de director académico de la obra, quiero hacer un reconocimiento especial al entusiasmo con el que los autores respondieron a la convocatoria para participar en este proyecto. Igualmente, quiero exaltar el tradicional compromiso de la Universidad del Rosario con el conocimiento de la historia del país, que en este caso se ve reflejado en el apoyo irrestricto a una obra de excepcional trascendencia. Reconocimiento que hago extensivo al doctor Juan Felipe Córdoba, director de la Editorial, y quien tuvo el acierto de advertir la necesidad de esta investigación. A Karim León, mi gratitud y mi aprecio por el esmerado y fino trabajo de ilustración de los textos.

Notas

1 El tema de la República como una ilusión se puede ver en María José Villaverde, La ilusión republicana. Madrid: Tecnos, 2008.

2 Constitución política de la República de Colombia de 1821.

3 Respecto a este tema, ver: Isidro Vanegas (editor), El siglo XIX colombiano. Bogotá: Ediciones Plural, 2017.

4 Al respecto pueden verse las publicaciones de Gilberto Loayza, Daniel Gutiérrez, Isidro Vanegas, Óscar Almario, Francisco Ortega y Marcela Echeverri, entre otros.

5 Ver, Jason McGraw, The work of recognition: caribbean Colombia and the postemancipation struggle for citizenship. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014; Brooke Larson, Trials of nation making: liberalism, race, and ethnicity in the Andes, 1810-1910. New York: Cambridge University Press, 2004.

6 Régis Debray, La República explicada a mi hija. México: FCE, 1998.

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Carmelo Fernández
Casa de Boyacá, cuartel Jeneral de reunión en 1819: provincia de Tunja, 1851
Acuarela sobre papel, 29 × 22 cm
F. C. Corográfica 36, Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá

PARTE I

EL NACIMIENTO

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REPÚBLICAS AMERICANAS

FRANZ D. HENSEL RIVEROS

La idea de una teleología implícita, que va del llamado a juntas de 1808 a la batalla de Ayacucho, por ejemplo, ha sido prolíficamente discutida por diferentes investigadores a ambos lados del Atlántico. Autores como François-Xavier Guerra, Jaime Rodríguez, José Carlos Chiaramonte y José María Portillo Valdés, entre otros, han mostrado el complejo proceso de desestructuración del imperio español en América, lo que suspende toda mirada pretendidamente “nacional” y privilegia la lectura de dicho proceso como la crisis de una “Monarquía Católica” de dimensiones atlánticas, en palabras del mismo Portillo Valdés1. Por su parte, un creciente número de autores ha trabajado casos locales que permiten comprender tránsitos de villas soberanas a Estados nacionales, al decir de Jordana Dym; el abanico de “poderes en disputa” que Marcela Ternavasio ha estudiado para el caso del Río de la Plata, o bien “el paso de la majestad a la soberanía” que George Lomné caracterizó para el caso de la Nueva Granada2. De esta forma, el paso de los imperios a las naciones ha sido enriquecido con la exploración de las diferentes velocidades, caminos e itinerarios de las comunidades políticas de principios de siglo.

Las nuevas y viejas historiografías han explorado con mayor atención los lenguajes políticos del periodo, sus fisuras y sus complejas figuras de autoridad y legitimidad en pugna. No obstante, los hábitos historiográficos nacionales tienden a recrear la ficción de nacionalidades preestablecidas, de naciones en busca de Estados, de comunidades políticas con formas, figuras y referentes ciertos e inmutables. Este artículo insiste en que América constituyó un referente fundamental en la imaginación política de estos años y que las comunidades políticas de principios del siglo XIX se fraguaron en clave continental. En otras palabras, insiste en algo a la vez simple y fundamental: la referencia explícita y constante a las Américas y a los americanos —en cartas, observaciones, representaciones, proclamas y empresas editoriales de diferente alcance— fue parte fundamental del repertorio político de principios de siglo. Las comunidades políticas americanas se tejieron en un horizonte de sentido mayor, América, y, de forma más particular, en una distinción entre Europa y América que orientó y enmarcó la agenda política de diversos actores.

EUROPA/AMÉRICA Y LA CRISIS MONÁRQUICA

El caso de Miguel de Pombo, uno de los primeros traductores americanos de la Constitución de Estados Unidos, captura muy bien la forma en la que esta distinción entre Europa y América se experimentó a comienzos de siglo XIX. Pombo, miembro de la Junta de Bogotá y posteriormente secretario de Estado de la Confederación Granadina, publicó su traducción en 1811, un año después de la traducción hecha en Filadelfia por Manuel Villavicencio. El enorme discurso preliminar con el que De Pombo abre su traducción, de alrededor de 200 páginas, constituye una fascinante y algo ecléctica mezcla de periodos, tipos de filiación y regiones, al recrear vehementemente la distinción intercontinental. No en vano señala al inicio de su estudio: “en cada esquina de este nuevo continente las sombras de Motesuma, Guattimozin, y Zipa emergen triunfantes”. El amanecer del siglo, anunciaba De Pombo con entusiasmo, era el momento del “Nuevo mundo” pues “los tigres coronados de la Europa” habían comenzado a temer “la gloriosa y valiente” revolución norteamericana. En medio de este rapto americano, pregunta:

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