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Evaluación y
postevaluación
en educación infantil

Evaluación y
Postevaluación
en Educación Infantil

CÓMO EVALUAR
Y QUÉ HACER DESPUÉS

AUTORES:

Victoria Mir Costa

M.ª Teresa Gómez Masdevall

Llorenç Carreras i Sureda

Montserrat Valentí i Plantés

Anna Nadal i Farreras

EQUIPO DE TRABAJO:

Mireia Crespo i Torres

Coral Saus i Raurrel

María Dilmé i Gualta

Montserrat Planas de Farners i Valentí

NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID

Índice

PRÓLOGO, Serafí Antúnez

INTRODUCCIÓN

1. LA EVALUACIÓN Y LA POSTEVALUACIÓN

La evaluación: ¿qué evaluamos? ¿cuándo evaluamos? ¿cómo evaluamos? ¿para qué evaluamos?

La postevaluación

2. ECOLOGÍA EDUCATIVA

El Juego como medio de aprendizaje y evaluación

Juegos para la evaluación

Los Hábitos como base educativa. Clasificación de hábitos. Tabla registro de hábitos

Juegos para mejorar los hábitos: juegos de relevos y juegos de control respiratorio

Cuentos para mejorar los hábitos

3. EVALUACIÓN Y POSTEVALUACIÓN DE LAS ACTITUDES

Evaluación y autoevaluación del clima del aula. Modelo 1: Evaluación de la metodología, organización y dinámica del aula, y resultados del aprendizaje. Modelo 2: Evaluación de los sentimientos y actitudes del educador

Recursos psicopedagógicos. Tipos caracterológicos. El Sociograma como recurso para detectar actitudes

Relación de los alumnos y alumnas con sus maestras y maestros

Tabla registro de problemas de conducta

Postevaluación de las actitudes

Repertorio de juegos para corregir, evitar o favorecer actitudes

Cuentos para trabajar las actitudes

4. RECURSOS DE TRABAJO Y DE POSTEVALUACIÓN

Rincones, Proyectos y TIC

Los Rincones del juego simbólico: la Casita; la Tienda o Supermercado; el Hospital o el Médico; Comunicación: Televisión y Correos.

Los Proyectos de trabajo: desarrollo de un Proyecto; ejemplos de Proyecto de trabajo: el Caracol y los Números

Las nuevas TIC. Cómo las aplicamos en la escuela infantil: la Informática; tabla registro de las actitudes en informática

Recursos de Aula: la Asamblea y los Agrupamientos

5. EVALUACIÓN Y POSTEVALUACIÓN DE CONTENIDOS

Evaluación del Esquema Corporal, la figura humana. Registro de valoración

Evaluación del lenguaje Matemático y del lenguaje Verbal

Lenguaje Matemático y Registros de valoración del lenguaje matemático

Postevaluación del lenguaje matemático: itinerarios complementarios para atender a la diversidad

Los cuentos como recurso para aprender los números

Lenguaje Verbal y Registros de valoración del lenguaje verbal

Postevaluación del lenguaje verbal: itinerarios complementarios para atender a la diversidad

6. CONTROL FONÉTICO

Pruebas de control fonético: lenguaje repetitivo y lenguaje espontáneo

Juegos para corregir las dificultades del habla

Cuentos para corregir las dificultades del habla

7. INFORMES A LAS FAMILIAS

Informe a la familia. Educación Infantil P-3

Informe a la familia. Educación Infantil P-4

Informe a la familia. Educación Infantil P-5

Tabla registro de valoración final de etapa P-5

BIBLIOGRAFÍA

Prólogo

Evaluar, en educación escolar, supone algo más que localizar evidencias, efectuar comprobaciones, medirlas —si es que se puede— y expresar un juicio de valor sobre ellas. Resulta satisfactorio constatar cómo, cada vez con mayor énfasis, se le otorga también otro sentido preferente en nuestras escuelas. La idea de la evaluación como ejercicio reservado para el final de una secuencia educativa, con intención clasificadora y certificadora, ha dejado paso a otras concepciones cuyo propósito es conocer hechos, observar procesos y saber resultados, más con el afán de analizarlos e interpretarlos que de medirlos; más con la intención de obtener datos y razones para fundamentar y orientar qué es lo que se va a seguir haciendo que de clasificar u otorgar una calificación sobre una tarea conclusa.

Éstas, sin duda, son las convicciones que han guiado a las personas que han escrito el libro que presentamos. El convencimiento de que la evaluación constituye un ejercicio que involucra la búsqueda organizada de información sobre el trabajo de los docentes y el desarrollo de las capacidades del alumnado, con el fin de encontrar guías que ayuden a confirmar, corregir y adaptar procesos de enseñanza que mejoren el servicio que proporcionamos a nuestros estudiantes. Las autoras y autor son docentes en diversas escuelas de Girona, vinculados por la preocupación por mejorar sus prácticas profesionales y por la búsqueda de alternativas, a través de procesos de reflexión compartida y trabajo colaborativo. El elocuente título de la obra proporciona pistas confiables sobre el interés de este inquieto y activo grupo de colegas y del contenido del texto que nos proponen.

A través de sus capítulos nos ofrecen un atractivo recorrido que sugiere, entre otras indicaciones, que la evaluación, en educación escolar:

Es una labor que no se puede desvincular de las tareas de enseñanza y de las prácticas de aprendizaje ya que unas y otras emergen y acontecen de manera incesante y resulta poco conveniente distorsionarlas mediante discontinuidades. Esa poco deseable ruptura es una de las consecuencias cuando se trata de hacer paréntesis guardando períodos de tiempos exclusivos para evaluar, como si no hubiese sostenidas ocasiones para hacerlo continuamente.

Constituye una actividad que emerge de manera natural y espontánea en el escenario del aula. Se puede conocer lo que en ella acontece sin necesidad de los artificios y liturgias de los exámenes y pruebas ya que el desarrollo de las capacidades del alumnado, y no sólo las que se suelen asociar a los hábitos personales y sociales, pueden analizarse satisfactoriamente si, como nos proponen el autor y las autoras se desarrollan adecuados procesos de observación sistemática con ayuda de instrumentos pertinentes.

Debería involucrar a los equipos de docentes en una actividad de reflexión compartida, en un proceso de investigación en la acción del que se hace partícipes a las familias del alumnado mediante la información, la consulta y la cooperación, y también a los propios niños y niñas.

Requiere de una predisposición favorable a llevarla a cabo como un proceso complejo en el que diferentes fuentes, momentos, agentes e instrumentos deben ser considerados concurrentemente.

Constituye una herramienta de probada utilidad para detectar al alumnado que muestra una evolución inesperada en relación con el desarrollo de sus capacidades ya que permite conocer las causas y ayuda a articular el pertinente dispositivo de acciones para atenderle adecuadamente.

Es ese dispositivo, precisamente, en forma de múltiples ejemplos, instrumentos y procedimientos, una de las aportaciones más sustantivas del texto. Este variado repertorio construido a partir de las experiencias vividas y analizadas en las aulas, se presenta de manera ordenada, según se acomode al objeto de evaluación en cada caso: hábitos, conocimiento de sí mismo, educación de los sentidos, de las emociones, las capacidades de expresión y comprensión en relación con los lenguajes verbal, matemático, musical, plástico, etc. Ejercicios bien detallados, herramientas de registro para docentes y para el alumnado o especímenes de información a las familias forman parte de un completo panorama de herramientas de gran utilidad práctica. El empleo de todo ello nos sitúa en escenarios ricos en estímulos: rincones de trabajo a través del juego simbólico, proyectos globalizados, con el acompañamiento de las tecnologías de la información y la comunicación o a través de la adecuada alternancia entre la atención individual a los niños y niñas y el trabajo grupal mediante las asambleas.

El análisis de los resultados del trabajo docente lleva a las autoras y al autor del texto a plantearse y a plantearnos alternativas de mejora que no afectan únicamente a los modos de enseñanza sino también, y de manera muy especial, a los aspectos organizativos del aula: la disposición de elementos materiales dentro de ella, los sistemas de agrupamiento del alumnado o la utilización de los espacios. La obra pone en evidencia, una vez más, que el modelo organizativo condiciona el modelo didáctico y que cualquier innovación que se pretenda en éste deberá tener repercusiones en aquél.

Tenemos en las manos un texto muy útil, tanto para las personas que se inician en los estudios de formación del profesorado en nuestras instituciones universitarias como para aquéllas que reflexionando sobre su práctica o mediante otros procesos de formación permanente están interesadas en su desarrollo profesional. Unas y otras van a poder encontrar en él un probado, profuso, diverso y pertinente banco de recursos para el ejercicio docente en la etapa de educación infantil.

Ojalá que esta obra estimule a otros colegas a sistematizar también sus reflexiones profesionales y a darles la forma adecuada para convertirlas en producciones que puedan ser puestas a disposición del colectivo docente.

Serafí Antúnez
Departamento de Didáctica y Organización Educativa
Universidad de Barcelona

Introducción

La escuela no puede estar al margen de los cambios sociales, ni de los avances tecnológicos y científicos, más aún, debe ser el espacio abierto en el que se inicie y favorezca el aprender a ser personas felices, creativas, maduras y solidarias en construir un mundo que pese a los avances tecnológicos esté siempre inmerso en un progreso de humanismo, alejado de la esclavitud del tener, para forjar una convivencia en armonía con el entorno y la diversidad étnica-cultural.

Deseamos que este libro sea una buena herramienta, muy práctica, puesto que es una selección de trabajos realizados para facilitar la evaluación continua y especialmente para resolver los supuestos en que los resultados de la evaluación sean muy favorables o desfavorables, a fin de permitir que cada uno de los alumnos y alumnas pueda acercarse más, en lugar de remarcar las diferencias. Creemos necesario iniciarlo ya, en la etapa infantil que es donde se ponen los cimientos para poder edificar con eficacia en las etapas posteriores.

Cada cual ha contribuido con su ilusión y esfuerzo, ya sea aportando experiencia, análisis, reflexión o creatividad.

Con los avances de las nuevas TIC el profesorado ha de abandonar la transmisión de conocimientos para potenciar los roles de animador, orientador y desvelador de deseos de saber, de explorar, de búsqueda, de curiosidad ante la realidad de sus alumnos y alumnas. Deja de ser el dispensador de conocimientos para convertirse en agente afianzador de la autoestima de los alumnos, favorecedor de su libertad, suscitador del esfuerzo individual y del trabajo cooperativo, motivador de nuevos interrogantes y descubrimientos y en resumen un elemento estimulador de la creatividad.

Favorecemos en nuestros alumnos la creatividad cuando:

Permitimos que tengan iniciativas.

Cultivamos su imaginación.

Provocamos la reflexión y el pensamiento creativo.

Evitamos dar respuestas antes de incitarles a buscarlas.

Ayudamos a descubrir y expresar su originalidad al mismo tiempo que sus limitaciones.

Estamos convencidos de que no hay libertad sin responsabilidad.

Es necesario lograr un equilibrio entre la ayuda que ofrecemos y el esfuerzo personal que les exigimos. Hay que propiciar ocasiones de actuar libre y responsablemente sin ahorrarles el esfuerzo de aprender, de ahí nace la razón de trabajar mediante rincones y proyectos. Por otra parte, hemos de valorar correctamente el progreso en el aprender de cada alumno, ello nos exige revisar nuestras actitudes:

De atención personal.

De comprensión, que no es conformismo ni indiferencia.

De valoración equitativa de sus esfuerzos y capacidades.

De reconocimiento de su originalidad y sus limitaciones.

De aceptación personal como fruto de un diagnóstico amplio y contrastado (evaluaciones, observaciones) y jamás usado para clasificar ni para comparar.

Estas actitudes dan al alumno la confianza de que su maestro, maestra y educador cree en él y espera lo mejor.

No olvidemos que nuestras actitudes ganan calidad cuando somos asertivos y estamos satisfechos de nuestro quehacer diario, pues si es cierto que educamos más con lo que somos que con lo que enseñamos nuestra actitud primordial ha de ser la coherencia.

1. La evaluación y la postevaluación

LA EVALUACIÓN

Entendemos la evaluación como un instrumento de investigación, más que de selección, que implica un conjunto de actuaciones que permiten valorar cualitativamente los planteamientos, los objetivos y el nivel de contenidos: conceptuales, actitudinales y procedimentales, así como las personas (educando y educador) que intervienen en el proceso educativo.

La evaluación ha de posibilitar el ajuste progresivo de este proceso pedagógico a las características y necesidades de los individuos y de los grupos, de modo que sea eficaz al perfeccionamiento continuo del proceso enseñanza-aprendizaje.

Por tanto, evaluar es entender y valorar los procesos y los resultados de la intervención educativa, siendo su finalidad mejorarla y adecuarla de manera continuada a las necesidades de los alumnos como recurso de atención a la diversidad y como garantía de eficacia del proceso educativo.

Al hablar de evaluación debemos distinguir varios conceptos:

La evaluación orientada al alumnado, al profesorado y al clima del aula.

La evaluación orientada a la programación y materiales curriculares.

La evaluación orientada a la toma de decisiones sobre los procedimientos y la calidad de sus resultados.

La postevaluación orientada a diseñar actividades adecuadas a los distintos niveles de asimilación y logro de los objetivos previstos.

La funcionalidad de todos los aprendizajes adquiridos en el proceso escolar como proyección de futuro para afrontar los cambios sociales.

¿Qué evaluamos?

Conocimiento y actitudes previas (metacognición).

Adecuación de los contenidos a las necesidades, motivaciones e intereses.

Capacidades para mejorar cualquier aprendizaje.

Planteamientos, procedimientos y resolución de problemas reales.

El clima del aula como caldo de cultivo para motivar el aprendizaje y obtener el perfeccionamiento progresivo del alumnado y evitar la desmotivación o estrés del profesorado.

¿Cuándo evaluamos?

La evaluación inicial nos permite conocer la situación del alumnado, es decir, los conceptos previos que tiene, la capacidad de respuesta y las relaciones con el entorno familiar y social.

La evaluación formativa o continua se fundamenta en el reconocimiento de cada alumno/a y en el análisis de su proceso de aprendizaje. El objetivo es describir e interpretar, no para medir ni clasificar al alumno sino para valorar las distintas actividades que ejecuta, analizando más el desarrollo del proceso madurativo del alumno, su esfuerzo y actitud que el resultado final del proceso; todo ello a fin de tomar decisiones pertinentes para alcanzar los objetivos propuestos, evitando que no decaigan ni la motivación ni el interés del alumnado.

Es más fácil evaluar conceptos y procedimientos que las actitudes, por eso es preciso idear estrategias lo más diversificadas posibles con el fin de lograr la mayor objetividad y riqueza de los aspectos a evaluar. Ello implica una evaluación individualizada que pone énfasis en el desarrollo personal más que en la comparación con las normas generales de rendimiento, cuyo objetivo es orientar más que seleccionar o clasificar, respetando la personalidad, capacidad, intereses y motivaciones del alumno.

La evaluación sumativa permite comprobar el grado de cumplimiento de las intenciones educativas. Tiene razón de ser como instrumento de control del proceso educativo y como fuente de información para el alumnado. Dado que las intenciones educativas conciernen al aprendizaje de los alumnos, la evaluación final ha de manifestar el éxito o el fracaso del proceso educativo, no el de las personas.

¿Cómo evaluamos?

Evaluamos globalmente cuando tenemos en cuenta las interacciones con otras áreas, maestros, grupos de alumnos, situaciones familiares, ambiente social, etc.

Evaluamos integradoramente cuando tenemos en cuenta los hechos, conceptos, procedimientos, valores, normas y actitudes en su conjunto y con sus implicaciones personales y sociales.

Evaluamos intuitivamente concretando situaciones y tomando decisiones que ayuden a conseguir una autonomía y una autorregulación de la fuerza docente.

Todo ello podemos hacerlo observando directamente la participación responsable en tareas de grupo, en el dominio de las reglas del funcionamiento de la asamblea, por medio de:

La relación dialogante con el pequeño o gran grupo.

Actividades en las que se expresan las ideas sobre el cómo, el porqué de las cosas, de los hechos y de las situaciones.

La activación de la curiosidad y la estimulación de la búsqueda de medios para resolver problemas o situaciones planteadas ya sea de forma oral o por escrito.

La orientación de la recogida de datos para debates, exposiciones, entrevistas, etc.

También podemos hacerlo a través de la observación indirecta mediante grabaciones, pruebas escritas muy flexibles y variadas, hojas de observación sistemática, etc.

¿Para qué evaluamos?

Para poder concretar el nivel de competencias asimiladas por el alumno y saber cómo replantear el proceso educativo; situación que nos conducirá a diseñar la postevaluación.

A continuación, incluimos un Mapa Conceptual ¿Qué es evaluar? que permite tener una visión amplia, concisa y estructurada de todo el proceso de la evaluación partiendo de su definición y desarrollo, hasta su finalidad.

Cada uno de los conceptos aparece ampliado con todas las implicaciones e interacciones posibles para conseguir después de un largo proceso la autonomía de los alumnos y la autorregulación de la función docente.

Evaluar:

Es dar respuesta, valorar e investigar los conocimientos, las actitudes del alumno y los procedimientos utilizados con los resultados obtenidos.

Consiste en realizar el seguimiento, tomar decisiones durante todo el proceso enseñanza-aprendizaje.

Implica alumnos y profesores. En cuanto a los alumnos saber los conocimientos previos y los que precisa adquirir para llegar a ser autónomo (metacognición). Para los profesores supone revisar objetivos, procedimientos y planteamientos (metodología) y autoevaluarse para tomar decisiones.

En su desarrollo:

Hay que tener en cuenta, maestros, alumnos, material curricular y clima del aula porque existe una interacción real.

Cuando evaluamos siempre será al inicio (conocimientos previos), durante (para poder rectificar) y después (para programar la postevaluación).

Tiene por finalidad:

Comprobar los objetivos, mejorar la metodología y diseñar la postevaluación.

LA POSTEVALUACIÓN

La postevaluación sería el conjunto de estrategias y actividades diseñadas específicamente para cada uno de los resultados grupales o individuales a lo largo de la evaluación final, con el mínimo fracaso posible.

En cualquier faceta de la evaluación formativa obtenemos unos resultados, según los cuales podemos agrupar a los alumnos en tres niveles:

A) Los que presentan insuficiencias más o menos destacadas debido a su baja capacidad, ritmo de aprendizaje lento o situaciones emocionales.

B) Los que presentan algunas lagunas precisando mejorar determinados aspectos, porque manifiestan desfases significativos en sus aprendizajes anteriores o en su atención.

C) Los que han integrado muy bien los contenidos, las actitudes, normas y valores, porque tienen alta capacidad de asimilación.

Generalmente las adaptaciones curriculares suponen la adopción de medidas específicas orientadas a lograr que los grupos A) y B) alcancen los niveles adecuados de la programación.

Algunos no superan el grupo A) y precisan refuerzos fuera o dentro del aula a fin de integrarlos posteriormente en mejores condiciones de lograr un nivel óptimo.

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Por otra parte, no suele haber un planteamiento bien diseñado para que el grupo C) no se desmotive o avance de manera que se distancie excesivamente del grupo B).

La singularidad de este reducido grupo de alta capacidad conlleva una riqueza que, si se atiende debidamente, transforma radicalmente el ambiente escolar. Ampliar contenidos y acomodar ritmos de aprendizaje revierte siempre en una madurez personal y óptima adaptación social del individuo, y es la mejor prevención de disfunciones emocionales y conductuales.

En la secuenciación de los contenidos de cada área pueden analizarse los aspectos posibles de ser ampliados en extensión o en profundidad y los que requieren mayor dificultad a fin de elaborar programas de enriquecimiento, como sería la elaboración de itinerarios complementarios para los alumnos con ritmos rápidos y alta asimilación; seleccionar temas novedosos, interesantes, elegidos por ellos; abordar situaciones funcionales y cercanas, aplicándolas a nuevos contextos con distintos grados de profundidad; optar preferentemente por aspectos actitudinales y contenidos referentes a la comunicación y a la convivencia. De un mismo contenido, crear propuestas de distintos grados de dificultad y realización de actividades que conlleven variadas posibilidades de ejecución y expresión.

Todo ello ha de aplicarse manteniendo un clima que propicie sentimientos de pertenencia al gran grupo, a la vez que se ofrezca al alumnado oportunidades de sentirse útil y necesario a la comunidad escolar.

2. Ecología educativa

Utilizamos el término ecología en la acepción de un uso razonable y equilibrado de los recursos naturales para obtener el máximo beneficio y la menor pérdida o agresión posible.

Por eso, el juego como actividad innata en la persona y más espontánea en los niños, nos permite acceder a la adquisición de unos hábitos que, por no ser innatos, precisan de estímulos constantes y diversificados.

El juego desvela actitudes que les permitirán madurar como personas, porque creemos que potencia todo lo positivo que incluye la ecología de una distribución y utilización lógica de recursos educativos a la vez que evita los aspectos negativos de agotamiento de recursos naturales, es decir, el estrés del profesor y la apatía o desinterés de los pequeños.

EL JUEGO COMO MEDIO DE APRENDIZAJE Y EVALUACIÓN

Antes de hablar y andar el bebé ya juega. Poco a poco el juego se va convirtiendo en un medio de proyección de los sentimientos y del carácter: el niño proyecta en sus juguetes el afecto u odio, son objeto de sus alegrías y le protegen del miedo que pueda sentir.

Llegarán más tarde los juegos de imitación, de creación e imaginación, para desarrollar la capacidad de relacionarse socialmente.

El niño siente placer jugando, pero también expresa a través del juego su deseo de dominar la realidad y llegar a ser autónomo y libre.

Nadie hoy, en el mundo de la educación, se cuestiona la importancia del juego. Jugar ya no es una forma de perder el tiempo sino de ganarlo. El juego es importante para el crecimiento y el desarrollo. Jugar es imitar, imaginar, es entrar en relación, es pasar de lo real a lo fantástico y de lo fantástico a lo real, jugar es luchar, esforzarse y divertirse.

Debemos reconocer el juego no sólo como una actividad de placer sino también de aprendizaje y de evaluación.

El juego adquiere una importancia relevante en diversos aspectos del desarrollo infantil. Es muy importante para el crecimiento corporal. A medida que el niño aprende a desplazarse, gateando, subiendo y bajando de los sitios, caminando, corriendo, coordinando los movimientos, desarrolla sus músculos y el ejercicio favorece la oxigenación y la buena realización de las funciones orgánicas. Cuando salta, se agacha, gira o da vueltas aprende a dosificar el esfuerzo, mejora la resistencia física y consolida el sentido del equilibrio.

A través del juego se aprende a descubrir y experimentar. Manipulando los objetos, el niño descubre sus cualidades de forma, color, textura, tamaño, temperatura... y aprende a observar relaciones de causa-efecto, así como a situarse en el espacio y calcular distancias.

El juego aporta también elementos para ordenar el pensamiento. El niño aprende conceptos espaciales, se sitúa en el tiempo, observa principios de causalidad, comprueba sus propias hipótesis y va adquiriendo conocimiento de sí mismo y de la realidad que lo envuelve.

Mediante el juego, descubre las cualidades de los objetos y su significado, y va construyendo el conocimiento de sí mismo y de los demás, hallando las propias relaciones con el entorno, se hace consciente de sus capacidades estableciendo un autoconcepto más claro y realista.

El juego tiene además un valor terapéutico. Provoca la catarsis y la eliminación de la energía retenida; no sólo proporciona un alivio a las tensiones emocionales sino también una salida a las necesidades y deseos que no pueden satisfacerse de otra manera. Su valor terapéutico se ha empleado para tratar los problemas de conducta basándose en el hecho de que es el medio natural de expresión infantil.

Además, el juego proporciona un marco privilegiado de observación y por tanto de evaluación. En el juego se encuentran entrelazados los cinco ámbitos básicos para un desarrollo integral de la personalidad infantil:

Ámbito cognitivo.