Notas

[1] American Beauty, Sam Mendes 1999.

[2]«Era uno de esos días en que está a punto de nevar y el aire está cargado de electricidad. Casi puedes oírla, ¿verdad? Y esa bolsa estaba bailando conmigo. Como un niño pidiéndome jugar. Durante 15 minutos. Ése es el día en que descubrí que existe vida bajo las cosas y una fuerza increíblemente benévola que me hacía comprender que no hay razón para tener miedo, jamás. El vídeo es una triste excusa, lo sé. Pero me ayuda a recordarlo... Necesito recordarlo. A veces hay tantísima belleza en el mundo, que siento que no lo aguanto ,y que mi corazón se está derrumbando».American Beauty, Sam Mendes, 1999

[3] En este sentido recomiendo mi libro, Mindfulness meditación para gente de alto rendimiento, publicado también por editorial Kolima.

[4] Para ver el mundo dentro de un grano de arena

y el cielo dentro de una flor silvestre,

sostén el infinito en la palma de tu mano

y la eternidad en una hora.

Luz azul

Luz azul

La naturaleza submarina del hombre

Ulyses Villanueva

KOLIMA BOOKS

El buceo libre trata sobre el silencio…
el silencio que proviene del interior

Jacques Mayol

Cuando buceo intento ser el agua

Umberto Pelizzari

Convierte tu muro en un peldaño

Rainer Maria Rilke

A Boris, mi profundidad

Introducción

Éste es un libro sobre el mar. No se lee, se bucea. Trata de buscar la significación humana a través de nuestra presencia marina. La profundidad es una distancia donde se esconde la verdadera intimidad de uno. Cuando entramos en el agua se activan en nuestro cerebro muchos mecanismos que nos conectan con la parte de nosotros que nos define, que nos crea. Si bien el buceo a pulmón es uno de los modos para lograr esa sutura con uno mismo, el océano ofrece un abrazo de posibilidades con cada ola, con cada marea. Farero, náufrago, nadador o entrenador de cetáceos: el hombre y el mar.

Hay una diferenciación inmediata entre la apnea lúdica y la deportiva. En la primera estamos todos contenidos y la enseñanza no supone un riesgo sino al contrario, una forma pacífica de encontrar una medida de nosotros mismos. En la segunda, la exigencia física y mental es mucho mayor y los riesgos derivados de su práctica son evidentes. He tratado de mostrar ambas, de escuchar a aquéllos que son capaces de descender a más de 100 metros y a los que lo hacen a 10, y en las dos he hallado la belleza de la condición humana.

El 16 de diciembre de 2010 el buceador neozelandés William Trubridge batió el récord del mundo de inmersión libre en la disciplina de peso constante sin aletas. Descendió 101 metros sin asistencia alguna y logró llegar a la superficie tras 4 minutos y 8 segundos sin respirar. En una entrevista concedida pocos días después le preguntaron cómo se sentía bajo el agua y su respuesta fue la siguiente: «Feliz. El agua se lleva la gravedad, los ruidos y otras sensaciones corporales. Mientras más profundidad alcanza uno, más lejos cae toda la parafernalia del mundo de la superficie, y el pasado y el futuro son conceptos desconocidos. Bajo el agua sólo existe el presente, el momento que estás viviendo».

¿Qué lleva al hombre a adentrase en lo que Melville denominaba «la parte líquida del mundo»? ¿Qué preguntas hay en la intimidad de cada uno que sólo hallan respuesta en la profundidad del mar? La búsqueda de nuevos límites conlleva inexorablemente un aprendizaje que quedará en la memoria para siempre, pues el conocimiento que llega de la experiencia personal habita una hondura a la que pertenecemos.

El océano ha servido de inspiración a poetas de todas las épocas, que han buscado en él una metáfora de nuestra existencia pues hay un sentido de unidad y de congregación entre sus orillas.

Si no es el mar, sí es su nombre

en un idioma sin labios,

sin pueblo,

sin más palabras que esta:

mar

Pedro Salinas

Es el origen de la Humanidad, el origen de nuestras sensaciones evolucionadas desde la simplicidad de un organismo unicelular. Y en esa luz azul, en esa unión donde se citan los miedos y los placeres que aún nos dominan, nace la necesidad de devolver parte de uno a la marea, como esa exigencia de olvidar acontecimientos de nuestra vida a medida que avanzamos por ella.

Cuando di forma a la idea de escribir este libro supe que todos los que estuviéramos en él tendríamos en común el amor y el respeto hacia el mar. No he tenido interés alguno en conocer a quienes no tuvieran esa vinculación con la Naturaleza; somos un cardumen nadando en una sola dirección, siempre buscando la trascendencia de la vida.