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Byung-Chul Han

Hegel y el poder

Un ensayo sobre la amabilidad

Traducción de
MIGUEL ALBERTI

Herder



Título original: Hegel und die macht. Ein versuch über die freundlichkeit

Traducción: Miguel Alberti

Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes

Edición digital: José Toribio Barba

© 2005, Wilhelm Fink, Paderborn

© 2019, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN digital: 978-84-254-4104-2

1.ª edición digital, 2019

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Herder

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Índice

PRÓLOGO

BELLEZA DEL PODER

FISIOLOGÍA DEL PODER

METAFÍSICA DEL PODER

TEOLOGÍA DEL PODER

TABLE D’HÔTE

BIBLIOGRAFÍA


Prólogo

No siempre es preciso que lo verdadero se materialice;
basta con que se cierna espiritualmente sobre el ambiente y
genere acuerdo; basta con que, como un repicar de
campanas, ondee por el aire serio, pero amable.
JOHANN WOLFGANG GOETHE

Al examinar la filosofía hegeliana en función del fenómeno del poder, este libro sondea su núcleo mismo: el poder no es un componente marginal del sistema hegeliano sino su configuración interior. Ha de ser presentado en toda su complejidad, con todo su brillo y también con sus límites. El sondeo del espíritu hegeliano con la perspectiva del poder apunta, además, a otro propósito: hará visibles formas del ser que no pueden aparecer con el poder a contraluz.

A menudo se identifica apresuradamente el poder con la coacción, con la opresión o la violencia. Por supuesto que el poder puede venir acompañado por determinados rasgos característicos de la violencia. Pero no se funda en ella. El po­der que se muestra imponente no necesariamente violenta. Es cuando un poder extendido y abarcador se desmorona que sobrevienen diversas formas de la violencia y esta salta a la vista. La violencia divide. El poder congrega. A la presencia efectiva de la violencia siempre precede una retirada del poder. También es falso, en igual medida, que el poder excluya a la libertad. La magnitud del poder no se muestra en el no sino en el , o mejor dicho en el múltiple viraje desde el no hacia el sí. La manera auténtica de manifestarse del poder no es la discordia sino la concordia. En ello se diferencia esencialmente de la violencia y de la opresión.1 Ni toda la pompa, ni todo el esplendor, ni siquiera esa cierta belleza que posee el poder llegan a anular al ser. El poder, es cierto, eclipsa a otras formas de la pompa, las convierte en fuegos fatuos. Este ensayo sobre la amabilidad buscará exhibir otro tipo de esplendor del ser.

También define al poder un determinado vínculo con el otro: el poder habilita al uno a continuarse en el otro. Favorece así una continuidad del sí-mismo. Pero no supone violencia ni opresión. La máxima expresión del poder, en cambio, se da allí donde el otro se somete al uno libremente. El sometimiento no necesariamente depende de la opresión. Por consiguiente, el «poder libre» del que se ocupa Hegel no es un oxímoron sino un pleonasmo a partir del momento en que el poder, aquí, se eleva hasta alcanzar su forma plena.2 El otro le dice al uno que intenta asirlo. La incondicionalidad del sí es la infinitud del poder. La palabra-del-poder de Hegel, «eres carne de mi carne», sella la continuidad del sí-mismo. La palabra del poder, sin embargo, no es la última palabra, ni siquiera la palabra por antonomasia. Frente a la palabra del poder hegeliana, que se presenta como palabra de libertad o como palabra de amor, este libro pretende hacer visible una palabra completamente distinta que brilla a pesar de —o incluso gracias a— la ausencia de poder. Se trata de la palabra de amabilidad.


1 Para una topología del poder en general cfr. B.-C. Han, Sobre el poder, Barcelona, Herder, 2016.

2 Quizá Hegel sea uno de esos autores que, contra todas las apariencias, son escasamente leídos. Una observación de Foucault referida a Hegel despierta esta sospecha. Foucault, que ahondó en el problema del poder con una insistencia mayor a la de cualquier otro, sostiene que Hegel fue «el primero» en decir que el poder es opresión (cfr. M. Foucault, Dispositive der Macht. Über Sexualität, Wissen und Wahrheit, Berlín, 1978, p. 71). También Hannah Arendt vincula la noción hegeliana de poder con la violencia y el control —cfr. H. Arendt, Macht und Gewalt, Múnich, 1975, p. 37 [trad. cast.: Sobre la violencia, Madrid, Alianza, 2014]—. En verdad, es probable que Hegel haya sido «el primero» en intentar asociar poder y libertad, una aproximación que de hecho constituye el principal atractivo de la teoría hegeliana del poder.