Cubierta

Cubierta

Martha C. Nussbaum

LAS MUJERES Y EL DESARROLLO HUMANO

El enfoque de las capacidades

Traducción de
Roberto Bernet

Herder

Portada

Título original: Women and Human Development: The Capabilities Approach

Diseño de la cubierta: Stefano Vuga

Maquetación electrónica: Manuel Rodríguez

 

© 2000, Servicio de Publicaciones, Universidad de Cambridge

© 2002, Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona

© 2012, de la presente edición, Herder Editorial, S.L., Barcelona

 

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3172-2

 

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Herder

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Ficha del libro

Las mujeres carecen de lo esencial para el desarrollo de una vida plenamente humana en la mayor parte del mundo. Están peor alimentadas que los hombres, tienen un nivel inferior de salud, son más vulnerables a la violencia física y sexual, su acceso a la educación y al mercado laboral es más complicado y no tienen los mismos derechos y libertades que los hombres. Estas circunstancias sociales y políticas desiguales generan capacidades humanas desiguales que convierten a las mujeres, más que en un fin en sí mismas, en meros instrumentos para los fines de otros.

Martha C. Nussbaum defiende en el presente texto un feminismo universalista capaz de superar los límites del relativismo cultural. Su propuesta arranca del convencimiento de que gentes que tienen distintas maneras de entender el bien pueden alcanzar un acuerdo sobre algunos principios éticos universales que sean aplicables dondequiera que se dé una situación de desigualdad y de injusticia. A partir de su propia experiencia personal en la India y de argumentos tomados de la filosofía, la economía y el derecho, la autora propone un marco constitucional y político, respetuoso con las tradiciones y las instituciones locales, que pueda traducirse en objetivos concretos en contextos concretos. De este modo, Nussbaum muestra cómo la argumentación filosófica acerca de la justicia puede conectarse con los asuntos prácticos de la vida pública, y sienta las bases para una fundamentación ética de la ayuda al desarrollo.

Martha C. Nussbaum (Nueva York, 1947) estudió Teatro y Lenguas clásicas en la Universidad de Nueva York y se doctoró en Derecho y Ética por la Universidad de Harvard. En la actualidad ejerce la docencia en la Universidad de Chicago, tras haber sido profesora en Harvard, Brown y Oxford. Ha presidido el Comité para la Cooperación Internacional y el Comité para la Situación de la Mujer, ambos de la Asociación Americana de Filosofía y ha sido miembro del Consejo de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias.

Considerada una de las figuras más relevantes del panorama filosófico actual, se ha significado por su defensa de los derechos de la mujer y de la importancia del papel de las humanidades en la educación. Entre su reciente producción ensayística traducida al castellano destacan Las fronteras de la justicia (2007), Paisajes del pensamiento (2008), India (2009), Sin fines de lucro (2010), Libertad de conciencia (2011) y Crear capacidades (2012).

Doctora honoris causa por más de una treintena de universidades, ha recibido numerosos galardones, entre otros: el Book Award de la Sociedad Americana de Filosofía Social (2000), el Professional and Scholarly Book Award for Law de la Association of American University Publishers (2004), el A.SK Social Science Award del Social Science Research Center de Berlín (2009) y el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2012).

Otros títulos de interés:

Fina Birulés, Antonio Gómez Ramos y Concha Roldán (eds.)

Vivir para pensar

Byung-Chul Han

La sociedad del cansancio

Gianni Vattimo

Vocación y responsabilidad del filósofo

Jacques Rancière

El tiempo de la igualdad

Manuel Cruz (ed.)

Las personas del verbo (filosófico)

Victoria Camps

El gobierno de las emociones

Amelia Valcárcel

La memoria y el perdón

Judith Shklar

Los rostros de la injusticia

Índice

Prefacio

Agradecimientos

Introducción. Feminismo y desarrollo internacional

I. Desarrollo e igualdad sexual

II. El enfoque de las capacidades: una visión general

III. El enfoque de las capacidades: Sen y Nussbaum

IV. Dos mujeres procurando prosperar

V. La India: igualdad de los sexos en teoría, no en la realidad

VI. Igualdad y diferencia

1. En defensa de los valores universales

I. La exigencia de normas transculturales

II. Tres argumentos: cultura, diversidad, paternalismo

III. Los defectos de los enfoques económicos estándar

IV. Las capacidades humanas centrales

V. Funcionamiento y capacidad

VI. Capacidades y derechos humanos

VII. Justificación e implementación: la política democrática

VIII. Las capacidades en la vida de las mujeres: un papel para la acción pública

2. Preferencias adaptativas y opciones de las mujeres

I. La preferencia y el bien: dos extremos insatisfactiorios

II. Problemas con el concepto de preferencia

III. El bienestarismo: la crítica interna

IV. Preferencias adaptativas y rechazo del bienestarismo

V. Deseo y justificación

VI. La estabilidad política y la profundidad del hábito

3. El papel de la religión

I. La libertad religiosa y la igualdad de los sexos: un dilema

II. Humanistas seculares y tradicionalistas

III. Dos principios orientadores

IV. Capacidades centrales como intereses urgentes del estado

V. No-religión, establecimiento, balance

VI. Aplicando el enfoque: los tres casos

VII. Niñas y padres

VIII. Capacidades y pérdida

4. Amor, cuidados y dignidad

I. Un hogar para el amor y la violencia

II. Capacidades: cada miembro de la familia como un fin

III. La familia: no «por naturaleza»

IV. La familia como producto de la acción del estado

V. La mujer como dadora de cuidados: «algo eminentemente artificial»

VI. Liberalismo político y la familia: el dilema de Rawls

VII. Enfoques de negociación y opciones de las mujeres

VIII. Dos debates en el feminismo internacional

Conclusión

Índice onomástico

Índice analítico

Bibliografía

Notas

1. Ejemplos de tales desigualdades pueden encontrarse en el capítulo 3 y en mi artículo «Religion and Women’s Human Rights», en: P. Weithman (comp.), Religion and Contemporary Liberalism, Notre Dame 1997, 93-137; como también como capítulo 3 en mi obra Sex and Social Justice, Nueva York, 1999, 81-117.

2. Véase Informe sobre desarrollo humano 1997, publicado para el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, Madrid: Mundi-Prensa 1997, 46s (t Human Development Report 1997, Oxford-Nueva York 1997, 39).

3. Los cuatro países que se ubican en la posición más baja de la escala en el IDG, a saber, Sierra Leona, Níger, Burkina Faso y Malí, son los que también se encuentran en la posición más baja en el IPH –una compleja medición (véase 141 [fl126s]) que incluye baja expectativa de vida, privación de educación, desnutrición y falta de acceso a agua potable y a servicios de salud–. Entre los cuatro países en desarrollo que se encuentran en las posiciones más altas en el IPH, tres (Costa Rica, Singapur y Trinidad y Tobago) tienen también el índice más alto en el IDG: véase 47 (t 39).

4. Respecto de la India, véase el informe especial sobre violación en India Abroad, 10-7-1998. De acuerdo con estadísticas recientes, cada 54 minutos una mujer es violada en la India, y los casos de violación crecieron un 32% entre 1990 y 1997. Si bien una parte de este crecimiento se debe a una mayor cantidad de denuncias, es improbable que eso sea todo, ya que hay muchas mujeres que temen hacer la denuncia. Es seguro que, en un juicio, la historia sexual y la clase social de una mujer será utilizada en su contra; la evidencia médica raras veces se recoge de inmediato, la policía demora en forma típica el procesamiento de las denuncias y, por eso, es extremadamente difícil asegurar las condenas. En la ley india, la penetración del pene sigue considerándose todavía como un elemento necesario para que se configure el delito de violación, por lo cual los casos que implican, por ejemplo, sexo oral forzoso no pueden ser perseguidos como casos de violación. Además, la prosecución legal de los casos de vio­lación es cara, y habitualmente no existe ayuda legal gratuita para las víctimas de ese delito. Según un estudio realizado por Sakshu, una ONG con base en Nueva Delhi, en un muestreo de 105 casos de violación que llegaron realmente a juicio sólo 17 resultaron en condenas.

5. El África subsahariana fue tomada como «línea de base» porque puede considerarse inapropiada para comparar países desarrollados con países en desarrollo. Europa y América del Norte tienen una relación de sexos aún más alta de mujeres a varones: 105/100. La relación relativamente alta que, comparada con otras partes del mundo en desarrollo, encontramos en el África subsahariana, se explica muy probablemente por el papel central que desempeñan las mujeres en la actividad económica productiva, la cual les da derecho a comida en tiempos de escasez. Para un estudio clásico de este tema véase E. Boserup, La mujer y el desarrollo económico, traducción de María Luisa Serrano, Madrid: Minerva 1993 (t Women’s Role in Economic Development, Nueva York 1970; Aldeshot 21986). Para una serie de valiosas respuestas a la obra de Boserup véase Irene Tinker (comp.), Persistent Inequalities, Nueva York 1990.

6. Las estadísticas de este párrafo están tomadas de Jean Drèze / Amartya Sen, Hunger and Public Action, Oxford 1989, y de id. / id., India: Economic Development and Social Opportunity, Delhi 1995, capítulo 7. El número total de mujeres faltantes estimado por Sen es de cien millones; el capítulo sobre la India estudia estimaciones alternativas.

7. Véase Drèze / Sen, Hunger and Public Action, 52.

8. Al respecto véanse mis artículos «Public Philosophy and International Feminism», en: Ethics 108 (1998), 770-804; «Why Practice Needs Ethical Theory: Particularism, Principle, and Bad Behavior», en: S. Burton (comp.), The Path of the Law and its Influence, Cambridge 2000; y «Still Worthy of Praise: A Response to Richard A. Posner, The Problematics of Moral and Legal Theory», en: Harvard Law Review 111 (1998), 1776-95.

9. Los términos «liberalismo político», «consenso traslapado» y «concepción comprehensiva» son utilizados como lo hace John Rawls, Political Liberalism, Nueva York 1993 [Cabe señalar que, en la traducción al español del término técnico rawlsiano overlapping consensus, se decide aquí en forma diferente a Antoni Domènech en su traducción de El liberalismo político, Barcelona: Crítica 1996, quien vierte la expresión como «consenso entrecruzado» (véase su nota de traductor en página 30) (N. del T.).]

10. Sobre la educación véase Drèze / Sen, India, capítulo 6; sobre los derechos sobre la tierra, véase Bina Agarwal, A Field of One’s Own: Gender and Land Rights in South Asia, Cambridge 1994; sobre el acoso sexual, véase mi artículo «The Modesty of Mrs. Bajaj: India’s Problematic Route to Sexual Harassment Law», en un volumen sobre el tema del acoso sexual que publicarán como compiladoras Reva Siegel y Catharine MacKinnon, en Yale University Press.

11. Discurso pronunciado en la Asamblea Constituyente, Nueva Delhi, el 14 de agosto de 1947, en la víspera de la independencia.

12. Véase mi opúsculo The Feminist Critique of Liberalism, una Lección Lindley publicada en forma de folleto por University of Kansas Press en 1997, incorporada también en Sex and Social Justice, 55-80.

13. No obstante, en el capítulo 3 se utilizarán ejemplos diferentes. Vasanti parece poco interesada en religión y, en el caso de Jayamma, aunque ella ora con regularidad, la religión no ha desempeñado un papel mayor en la plasmación de sus circunstancias. La ley religiosa ha desempeñado un papel relativamente pequeño en ambas vidas. Ambas, además, son hindúes, y mi intención es investigar las tensiones entre las religiones, tal como inciden en la igualdad de los sexos. Finalmente, el tema de la religión requiere enfocar la ley, y de ahí una selección de ejemplos tomados de casos jurídicos de relevancia.

14. Véase Kalima Rose, Where Women Are Leaders: The SEWA Movement in India, Delhi, 1992, 17, y la comunicación personal tenida con Ela Bhatt en marzo de 1997. SEWA prefiere el término «trabajadora independiente» a «sector informal» a raíz de que el primero otorga dignidad y un estatus positivo a gente que, de otro modo, sería considerada como marginal a la actividad económica. Rose señala que el 55% de la gente que trabaja en Ahmedabad y el 50% de la que lo hace en Calcuta y Mumbai (Bombay) son independientes.

15. De una entrevista con Bhatt en mayo de 1988, reproducida en Rose, op. cit., 172-174.

16. A lo largo de nuestra conversación, y siguiendo una costumbre de Gujarat, Vasanti se refirió a sí misma como Vasantibehn, siendo también ese el trato que se le dio de nuestra parte.

17. Los indicios incluirían típicamente el nombre, la forma de hablar y, en forma más limitada, la ocupación. Sin embargo, dadas las cambiantes oportunidades económicas, muchas de las cuales no se ubican dentro de las ocupaciones tradicionales vinculadas a la casta, las normas acerca de qué es lo que corresponde hacer a los hombres de casta superior han cambiado considerablemente (tal como lo ilustran las ocupaciones del padre y del hermano de Vasanti). Las mujeres están más frecuentemente restringidas por las normas de casta que rigen la propiedad. Así, Uma Narayan observa (en correspondencia) que, en la generación de su madre, las mujeres de la casta superior no se empleaban en trabajos pagados, o bien, si lo hacían a raíz de necesidad económica, intentaban hacerlo con sus parientes. Hoy en día, esto es en menor medida un tema en cuestión.

18. Kokila, hindú de casta inferior, nos relató que había vivido anteriormente en un área «integrada» hindú-musulmana, pero que se mudó a un área puramente hindú uando las tensiones religiosas experimentaron una escalada en la ciudad.

19. El monto de manutención asignado para mujeres indigentes bajo el Código Penal (véase capítulo 3) era, en 1986, de 180 rupias mensuales.

20. El primer día del típico programa de educación de SEWA para futuras líderes del banco y de la unión se ocupa de lograr que cada mujer mire de frente al jefe de grupo y le diga su nombre. El proceso se registra en vídeo, y las mujeres crecen acostumbradas a mirarse a sí mismas. Finalmente, aunque con considerable dificultad, todas ellas se tornan capaces de superar las normas de modestia y deferencia y a decir sus nombres en público.

21. A diferencia de Vasanti, Jayamma fue estudiada con anterioridad en la literatura de economía del desarrollo. Véase el capítulo «Jayamma, the Brick Worker», en Leela Gulati, Profiles in Female Poverty: A Study of Five Poor Working Women in Kerala, Delhi 1981; Leela Gulati / Mitu Gulati, «Female Labour in the Unorganised Sector: The Brick Worker Revisited», en: Economic and Political Weekly, 3-5-1997, 968-971, programado para publicarse asimismo en Martha Chen (comp.), Widows and Social Responsibility, de próxima aparición en Sage Publications, Nueva Delhi. Estoy muy agradecida a Leela Gulati por ponerme en contacto con Jayamma y su familia, y por su servicio de intérprete.

22. Los dos grupos religiosos más grandes en Kerala son los hindúes y los cristianos. Kerala (antiguamente, los principados de Travancore y Cochin) albergó en una época también a la comunidad judía más importante, pero desde entonces los judíos emigraron en su mayoría.

23. No de la escala social: Jayamma estaba furiosa de que su hija se casara con un hombre Pulaya, aun cuando esto implicara beneficios para la familia por parte del gobierno.

24. Nótese que esta asimetría en la expectativa se encuentra incorporada hasta en la misma ley: el gobierno de Kerala da pensiones de viudez a las mujeres con hijas en condiciones físicas de trabajar, pero no a las que tienen hijos varones en tales condiciones, aun cuando, en Kerala, donde muchas comunidades son matrilineales y algunas hasta matrilocales, es más probable de lo que lo es en la mayoría de la India que las hijas permanezcan de hecho en su hogar de nacimiento. (Sardamoni, una de las principales historiadoras de Kerala, me dijo en una conversación que ella llegó a la conclusión de que las costumbres matrilineales y de residencia matrilocal se remontan al siglo xi. Entre las comunidades no matrilocales, algunas son bilocales –los hombres no residen con sus esposas– y otras «avunculocales», es decir, que el matrimonio reside junto a los parientes matrilineales del marido; véase Agarwal, A Field of One’s Own, op. cit., 141, 505.) Nótese también que, a pesar de que estas tres razones hacen que la desigual educación de las niñas parezca razonable desde el punto de vista de los padres, la práctica de la educación desigual persiste aun cuando esos factores están menos a la vista. Las mujeres en Kerala sostienen a menudo a sus madres y los hombres a menudo no lo hacen. También Jayamma siguió el curso tradicional, educando solamente a sus hijos varones. El único caso de igualdad en la educación femenina que figura en el estudio de Leela Gulati en Trivandrum corresponde a una familia con dos hijas mujeres y ningún hijo varón, y, además, con un esposo inusualmente comprometido con el hogar y muy trabajador. Sus hijas estaban terminando la escuela secundaria en el momento en que se realizó el estudio (1981). En forma más reciente, el gobierno intervino con más firmeza promoviendo la educación primaria de las mujeres a través de un sistema de comidas escolares gratuitas; actualmente, la alfabetización es casi total entre los adolescentes de ambos sexos.

25. Por ejemplo, las iglesias cristianas en Kerala se oponen fuertemente a la planificación familiar, y esto tiene serias consecuencias en sus seguidores más pobres: véase la difícil historia de Sara, la vendedora de pescado, en Gulati, Profiles in Female Poverty, op. cit.

26. De esa manera, la clara ventaja de su actual empleo es que puede realizarse en casa, sin salir de allí, sin trato con hombres, y sin encontrarse en un lugar de trabajo parcialmente masculino.

27. Estrictamente hablando, sería preciso plantear más preguntas antes de ex­traer la conclusión de que el arreglo es irracional en sentido económico. Por ejemplo, habría que conocer mucho más acerca de otras oportunidades de empleo accesibles a hombres y mujeres. Más allá de ello, aun si el arreglo es irracional considerando todos los elementos, es posible que haya sido racional en otro tiempo –por ejemplo, por la necesidad de competir con otras industrias por trabajadores masculinos– habiendo sido mantenido a raíz del hábito y del poder de los hombres.

28. En este sentido, las mujeres occidentales somos, en términos indios, más semejantes a los hombres: las investigaciones de Gulati sobre las mujeres pobres en Kerala han mostrado que estas mujeres son mucho más exactas que los hombres a la hora de estimar el costo de una comida que han ingerido.

29. Para un tratamiento sobre este tema véase Nussbaum, Sex and Social Justice, «Introduction». Un juzgado declaró el remedio de restitución como inconstitucional, citando el derecho a la privacidad al mismo tiempo que el de igual protección, pero el Tribunal Supremo dejó sin efecto el juicio y el remedio fue mantenido (en el sistema legal hindú).

30. Para una exposición más amplia de los temas constitucionales véase el capítulo 3.

31. Véase mi artículo «The Modesty of Mrs. Bajaj...».

32. Véase el capítulo 3 para una exposición del desarrollo de estos sistemas de legislación personal. Los Sikhs son definidos como hindúes para los efectos legales, a pesar de que muchos de ellos lo rechazan. Los miembros de religiones como el judaísmo, que no tienen un sistema legal separado, utilizan la ley secular.

33. El cálculo implica un complejo proceso de ponderación descrito en el Informe de 1991.

34. Datos de 1994.

35. Para estas y otras estadísticas véase Drèze / Sen, India, op. cit.

36. Comunicación personal de Viji Srinivasan, de Adithi, quien me habló de la evidencia de infanticidio descubierta por miembros de su organización en el norte de Bihar, donde la relación entre los sexos baja a un nivel de 75/100.

37. Véase la nota anterior. La región era el distrito de Sitamarhi, cerca de la frontera con el Nepal, donde Adithi encontró una amplia evidencia de infanticidio femenino.

38. India Abroad, 10-7-1998, 31.

39. Estas cifras están tomadas de Drèze / Sen, India, op. cit. El IDH para 1997 da, como datos correspondientes a 1994, las cifras de 36,1 para mujeres y del 64,5 para hombre en la India, y del 70,9 y 89,6 para mujeres y hombres respectivamente en la China.

40. Véase V. K. Ramachandran, «Kerala’s Development Achievements», en: J. Drèze / A. Sen, Indian Development: Selected Regional Perspectives, Oxford-Delhi 1996.

41. Comunicación personal, Sarda Jain, Jaipur, Rajasthan.

42. Véase el detallado informe en Archana Mehendale, «Compulsory Primary Education in India: The Legal Framework», en: From the Lawyers Collective 13 (abril 1998), 4-12. Agradezco a Virji Srinivasan, Sarda Jain y Ginny Srivastava por brindarme valiosa información acerca de los programas no gubernamentales de educación en Bihar y Rajasthan.

43. Enmienda 83, que debe insertarse en la sección de derechos fundamentales de la Constitución como Art. 21a. Véase el texto completo de la enmienda en From the Lawyers Collective 13 (abril 1998), 10.

44. El matrimonio infantil es común en partes de Rajasthan, Madhya Pradesh y Uttar Pradesh. Para un buen tratamiento popular de este tema véase John F. Burns, «Though Illegal, Child Marriage Is Popular in Part of India», en: New York Times, mayo 1998. Burns estudia un conjunto de casamientos de niños en Rajasthan, concentrándose en una ceremonia en la que la esposa tenía cuatro años y el esposo doce. De acuerdo a la ley, la edad mínima es de dieciocho años para las mujeres y de veintiuno para los hombres.

45. Véase Sumeet Malik, «Marital Rape», en: From the Lawyers Collective 13 (enero 1998), 13-15.

46. Para un informe detallado sobre casos recientes véase Hutokshi Rustomfram / Sanjoy Ghose, «Rape: When Victim Is Seen as Villain», en: India Abroad, viernes 10-7-1998; véase también «Torment over Terror: The Vithura Rape Case», en: From the Lawyers Collective 13 (enero 1998), 4-12.

47. Véase «Growing Child Abuse: a Worrying Social Phenomenon», India Abroad, 10-7-1998, 32.

48. Estadísticas de la Indian Association of Women’s Studies [Asociación india para estudios sobre la mujer], encuentro en Pune, julio de 1998.

49. Esta es una de las tesis centrales en Drèze / Sen, India, op. cit.

50. De un estudiante de derecho en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chicago, citando lo enseñado a los estudiantes por un miembro no mencionado de la Facultad.

51. Publicado en Bengalí en 1914; traducido al inglés por Kalpana Bardhan en id. (comp.), Of Women, Outcastes, Peasants, and Rebels: A Selection of Bengali Short Stories, Berkeley 1990, 96-109.

* Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, versión al español de Wenceslao Roces, Barcelona etc.: Grijalbo, 1975, 120s (t Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte aus dem Jahre 1844, en: id., Schriften, Manuskripte, Briefe bis 1844 = K. Marx / F. Engels, Werke, Ergänzungsband I, Berlín 1968, 465-588, esta cita en 541s).

52. Para una consulta de mis afirmaciones anteriores acerca de mi visión de las capacidades véanse: M. Nussbaum, «Nature, Function and Capability: Aristotle on Political Distribution», en: Oxford Studies in Ancient Philosophy, Vol. Supl. I (1988), 145-184; M. Nussbaum, «Aristotelian Social Democracy», en: R. B. Douglass et al. (comp.); Liberalism and the Good, Nueva York 1990, 203-252; M. Nussbaum, «Virtudes no relativas: un enfoque aristotélico», en: M. Nussbaum / A. Sen (comp.), La calidad de vida: Un estudio preparado por el World Institute for Development Eco­nomics Research (WIDER) de la United Nations University, traducción al español de Roberto Reyes Mazzoni, México D.F.: Fondo de Cultura Económica 1996, 305-317 (t «Non-Relative Virtues: An Aristotelian approach», en: The Quality of Life: Papers presented at a Conference sponsored by the World Institute for Development Eco­nomics Research (WIDER). Studies in Development Economics, Oxford 1993, 242269); M. Nussbaum, «Aristotle on Human Nature and the Foundations of Ethics», en: J. E. J. Altham / Ross Harrison (comp.), World, Mind and Ethics: Essays on the Ethical Philosophy of Bernard Williams, Cambridge 1995, 86-131; M. Nussbaum, «Human Functioning and Social Justice: In Defence of Aristotelian Essentialism», en Political Theory 20 (1992), 202-246; M. Nussbaum, «Human Capabilities, Female Human Beings», en M. Nussbaum / J. Glover (comp.), Women, Culture, and Development, Oxford 1995, 61-104.; M. Nussbaum, «The Good as Discipline, The Good as Freedom», en: David A. Crocker / Toby Linden (comp.), The Good Life, Justice, and Global Steward­ship, Lanham (Maryland) 1997, 312-411; M. Nussbaum, «Women and Cultural Universals», capítulo 1 en Nussbaum, Sex and Social Justice, New York 1999, 29-54; «Capabilities and Human Rights», en: Fordham Law Review 66 (1997), 273-300.

53. Algunos aspectos de esta visión los sugiere Bernard Williams en sus libros Making Sense of Humanity And Other Philosophical Papers, 1982-1993, Cambridge 1995, Ethics and the Limits of Philosophy, Cambridge-Londres 1985, y otros; véase mi exposición al respecto en mi recensión sobre «Making Sense of Humanity», publicada en Ethics 107 (1997), 526-529, así como también en «Why Practice...». Sin embargo, en escritos más recientes, Williams distingue entre teoría moral y teoría política/legal, sugiriendo que la última puede ser válida aun cuando la primera no lo sea. En esto, él difiere de los antiteóricos más extremos como Annette Baier en filosofía y Richard Posner en derecho. Véanse mis artículos «Why Practice...», a propósito de Baier, y «Still Worthy of Praise...», acerca de Posner.

54. Para un informe sobre las mujeres occidentales que apoyaron el nacionalismo indio véase Kumari Jayawardena, The White Woman’s Other Burden: Western Women and South Asia during British Rule, Nueva York-Londres 1995; esta autora señala que las mujeres occidentales compartían muchos puntos de vista de las mujeres indias y que, en ambos casos, existían múltiples perspectivas. Sobre el papel que desempeñaran David Hare y Drinkwater Bethune en el renacimiento bengalí véase Kalpana Bardhan, «Introduction», en: id., Of Women, Outcastes..., 43. Hare, que llegó a Calcuta en 1800 como comerciante de relojería, fundó a partir de 1816 colegios para niños varones y, en 1817, el Hindu College, que se convirtió en 1855 en el renombrado Presidency College. Cuando él murió de cólera, cinco mil indios escoltaron su coche fúnebre. Susobhan Sarkar escribe: «Su estatua en el parque del Presidency College es seguramente el único monumento a un extranjero erigido en la ciudad, y ni el más fanático de los nacionalistas soñaría con retirarlo»: en A. Gupta (comp.), Studies in the Bengal Renaissance, Jadavpur/Calcuta 1958, 28.

55. Véase la excelente exposición sobre estos ataques en el ensayo «Contesting Cultures: ‘Westernization’, Respect for Cultures, and Third-World Feminists», en: Uma Narayan, Dislocating Cultures: Identities, Traditions, and Third World Feminism, Nueva York 1997, 1-40.

56. Véase, por ejemplo, Amartya Sen, «Human Rights and Asian Values», en: The New Republic, 14/21 de julio de 1997, 33-41.

57. Para dos buenas visiones de conjunto al respecto véanse Barbara Metcalf, «Reading and Writing about Muslim Women in British India», y Faisal Fatehali Devji, «Gender and the Politics of Space: The Movement for Women’s Reform, 1857-1900», ambos en: Zoya Hasan (comp.), Forging Identities: Gender Communities and the State in India, Delhi-Boulder (Colorado) 1994, 1-21 y 22-37 respectivamente; también, Imtiaz Ahmad (comp.), Modernization and Social Change among Muslims in India, Delhi 1983. Para la especial situación en Bengala, que desarrolló ideas educacionales progresistas algo antes que otras regiones bajo la influencia de las reformas de Rammohun Roy y del movimiento Brahmo, véase Bardhan, «Introduction», en: Women, Outcastes..., op. cit., 4-11 y 42; y Susobhan Sarkar, On the Bengal Renaissance, Calcuta 1979. Hacia 1850 encontramos ya bien establecidas escuelas para niñas tanto en Bengala occidental como oriental, y el Bethune College, que abrió en 1849, se transformó en 1888 en el primer College en la India que tuvo como alumnas a mujeres hasta el nivel de Master of Arts [grado académico que se aproxima a la Licenciatura en Letras. (N. del T.)].

58. Véase Introducción, sección IV.

59. Véase Jawaharlal Nehru, An Autobiography, Delhi 1936, edición centenario 1989, Apéndice A: «Promesa tomada el día de la independencia, 26 de enero de 1930: “Creemos que es derecho inalienable del pueblo de la India, como de cualquier otro pueblo, tener libertad y disfrutar del fruto de su trabajo y disponer de las necesidades para vivir, de tal modo que pueda tener plenas oportunidades de crecimiento”», 612.

60. Véase Introducción, sección IV.

61. Acerca del papel que tales presunciones desempeñaron socavando los proyectos de desarrollo en África véase Nkiru Nzegwu, «Recovering Igbo Traditions: A Case for Indigenous Women’s Organizations in Development», en: M. Nussbaum / J. Glover (comp.), op. cit., 444-466.

62. Véase Martha Alter Chen, A Quiet Revolution: Women in Transition in Rural Bangladesh, Cambridge (Massachusetts) 1983, que describe las colectividades de mujeres organizadas por el BRAC; véase también id., «A Matter of Survival: Women’s Right to Employment in India and Bangladesh», en: Nussbaum / Glover (comp.), op. cit., 37-57. Otro proyecto semejante es el Mahila Samakhya Project, lanzado por el gobierno de la India para crear colectividades de mujeres en cuatro regiones del país, enseñando a las mujeres cómo movilizarse para demandar sus derechos ante los gobiernos locales y ante sus empleadores. Técnicas similares de solidaridad grupal femenina han sido empleadas por SEWA (véase Introducción) y por otros grupos femeninos de empleo y crédito. Continuaremos tratando este tema en el capítulo 4.

63. Véase Uma Narayan, «Cross-Cultural Connections, Border-Crossings, and ‘Death by Culture’», en: id., Dislocating Cultures..., 41-80. [El sati es el acto o la práctica, actualmente ilegales, por la cual una mujer hindú se crema a sí misma en la pira funeraria de su esposo a fin de cumplir su papel de esposa. «Muerte por dote» –dowry death– designa en la legislación india la muerte de la esposa a manos o a instancias de su marido con el objeto de obtener una nueva dote a través de un nuevo matrimonio. (N. del T.)].

64. Véase capítulo 3.

65. Para este primer caso, común en las castas hindúes que poseen movilidad ascendente, véase Martha A. Chen, «A Matter of Survival...». El segundo patrón muy común queda ejemplificado en la vida de Vasanti, que continuaremos tratando en el capítulo 4.

66. Narayan, 7.

67. Estas mujeres nunca practicaron el purdah, de tal modo que su reacción en este caso no fue la crítica de su propia tradición local. Pero son comunes los rechazos de normas locales: véase Chen, A Quiet Revolution...

68. Para un grupo de historias similares véase Chen, A Quiet Revolution...

69. Draupadi tiene cinco maridos (los hermanos Pandava). Se la describe como «inmensamente feliz con sus cinco heroicos maridos, como es feliz el río Sarasvati con sus elefantes». Para un tratamiento más extenso de este complejo incidente véase capítulo 3, nota 262, donde se trata acerca de la falta de cuestionamiento del estatus de Draupadi como propiedad. Sólo uno de los maridos cuestiona el juego de dados en sí mismo a raíz del daño infligido a Draupadi.

70. Véase Rose, Where Women are Leaders..., 83s y 74-82, donde se describe la expulsión de Bhatt de la National Labor Association [Asociación nacional del trabajo] y su humillante tratamiento con ocasión de un encuentro nacional. El conflicto surgió a propósito de un tema de casta estrechamente ligado a la lucha de las mujeres contra la jerarquía: Bhatt se opuso a todo compromiso con el tema de la acción afirmativa para las castas inferiores en las escuelas médicas, en virtud de su preocupación por la falta de tratamiento médico para las mujeres de casta más baja en las áreas rurales, a las que los médicos de casta más alta no están interesados en prestar atención médica. Bhatt (hija Brahmin de un juez, casada con un hombre de casta más baja) comparó su propia experiencia con la de Draupadi, diciendo: «Yo sentía como si estuviese siendo despojada de mi vestimenta delante de la gente que yo más respetaba, sin que ninguno elevara su voz a favor mío». Significativamente, la versión de SEWA de la historia presenta a Draupadi venciendo mientras eleva su oración a Krishna, mientras que, en la epopeya original, ella vence apelando a la idea de la ley. Presumiblemente, Bhatt no habría llegado muy lejos con la ley, y juzgó que un poder más alto tendría más probabilidades de estar de su lado.

71. Un problema generalizado en el feminismo legal de la India es la necesidad de que la lucha por metas feministas, por ejemplo, por protección contra el acoso sexual, se realice utilizando nociones de modestia y pureza femeninas que, en cierto sentido, son enemigas del progreso de la mujer y constituyen realmente una herencia de la legislación victoriana británica. Véase mi artículo «The Modesty of Mrs. Bajaj...».

72. De especial influencia en Tagore (1861-1941) ha sido el pensamiento del pensador y reformador social bengalí Rammohun Roy (1772-1833). Acerca del renacimiento bengalí véase Kalpana Bardhan, «Introduction», en: id., Of Women, Outcastes..., 4-8, 42-44; y Susobhan Sarkar, On the Bengal Renaissance.

73. Véase Bardhan, 42, tratando acerca de Rammohun Roy, que basó su campaña contra el sati en textos religiosos, y sobre Ishwarchandra Vidyasagar (1820-1892), que utilizó sus conocimientos escriturísticos para hacer campaña contra el matrimonio infantil y la poligamia y para que las viudas pudiesen volver a casarse.

74. Tagore, «Letter from a Wife», 109.

75. Rokeya Sakhawat Hossain, Sultana’s Dream and Selections from The Secluded Ones, compilado y traducido por Roushan Jahan, Nueva York 1988.

76. Por supuesto, esto no implica que la tradición en su conjunto sea igualitaria en cuanto al sexo: es suficientemente obvio que hay fuertes desigualdades en los derechos de propiedad, en los de divorcio y en otros importantes derechos, que tienen hondas raíces en la tradición legal musulmana: véase capítulo 3 de esta obra, y la exposición del tema en Agarwal, A Field of One’s Own..., capítulo 5.

77. Para un tratamiento más amplio del debate que se da en el interior de las tradiciones religiosas véase el capítulo 3.

78. No se trata aquí del gran encuentro de Beijing de agosto de 1995, sino de una pequeña conferencia académica auspiciada por la Fundación Ford en junio de ese año.

79. Véanse Elizabeth A. Mann, «Education, Money, and the Role of Women in Maintaining Minority Identity», y Huma Ahmed-Ghosh, «Preserving Identity: A Case Study of Palitpur», ambos en: Hasan (comp.), Forging Identities..., 130-167 y 169-187 respectivamente.

80. Nehru, Autobiography, 449.

81. I. Karamcheti, «The Graves of Academe», en: Women of South Asian Descent Collective (comp.), Our Feet Walk the Sky: Women of the South Asian Diaspora, San Francisco 1993.

82. Narayan, Dislocating Cultures..., 26.

83. Para un ejemplo fascinante de este punto, junto con una crítica general de las fantasías comunitarias de paz y homogeneidad cultural, véase Fred Kniss, Disquiet in the Land: Cultural Conflict in American Mennonite Communities, New Brunswick 1997.

84. Para una exposición general del tema, con muchas referencias, véase M. Nussbaum / Amartya Sen, «Internal Criticism and Indian Rationalist Traditions», en: Michael Krausz (comp.), Relativism: Interpretation and Confrontation, Notre Dame 1989, 299-325.

85. Citado por Amartya Sen, en una conferencia dictada en la Universidad de Chicago, en abril de 1998, sobre el tema «The Challenge of Modern Democracy» [El desafío de la democracia moderna].

86. Aristóteles, Política, 1299a 3-4.

87. Este error procede de otro de orden metodológico: a menudo, los antropólogos seleccionaron un «nativo informante» único y construyeron sobre esa base el cuadro de la cultura.

88. Nehru, Autobiography, 534.

89. Véase John Stuart Mill, La sujeción de las mujeres, en id. / Harriet Taylor Mill, Ensayos sobre la igualdad sexual, ensayo introductorio de Alice B. Rossi, traducción de Pere Casanelles, Barcelona: Península 1973, 153-288 (t John Stuart Mill, The Subjection of Women (1869), edición a cargo de S. M. Okin, Indianápolis, 1988), donde objeta la falta de persecución de la violación dentro del matrimonio, las desiguales condiciones legales del matrimonio, etc. Véase también David Dyzenhaus, «John Stuart Mill and the Harm of Pornography», en: Gerald Dworkin (comp.), Mill’s On Liberty: Critical Essays, Lanham (Maryland) 1997, 31-54, quien afirma que, de acuerdo a Mill, se puede argumentar firmemente a favor de cierta regulación le­gal de la pornografía.

90. En lenguaje técnico, estas áreas se denominan «semiáridas»: sólo ciertas áreas de Rajasthan se denominan «desierto». No obstante, según mi experiencia personal, estas no pueden diferenciarse de otras de Estados Unidos (por ejemplo, en California y en Nevada) a las que se denomina «desierto».

91. En la ley de violación en la India, se ha invertido recientemente la carga de la prueba para las acusaciones de violación en custodia policial: existe la presunción de culpabilidad si el acusado es un servidor del orden público. Véase Introducción, sección V. La razón de este cambio es disuadir de la mala conducta policial garantizando que la policía no esté sola con las mujeres prisioneras, sino que haya testigos para dar fe de su conducta. Obviamente, esto funcionará solamente si las partes en cuestión no se confabulan para protegerse mutuamente.

92. Acerca de la creciente tasa de violaciones denunciadas y de las extremadas dificultades para asegurar la condena véase el buen informe en Rustomfram / Ghose, «Rape: When Victim Is Seen as Villain» (nota Intr., 46) artículo de fondo, con numerosos artículos relacionados, 1; 30-34.

93. Para una exposición de los lineamentos del Tribunal Supremo o de otros desarrollos legales véase mi artículo «The Modesty of Mrs. Bajaj...».

94. Véase Rustomfram / Ghose, op. cit., 34, donde se cita un informe del United Nations Population Fund [Fondo de las Naciones Unidas para la Población]. De acuerdo a un reciente estudio realizado por la ONG Sakshi, con base en Nueva Delhi, el 68 por 100 de los jueces que fueron objeto del estudio sentía que la ropa «provocativa» era una invitación al asalto sexual, y el 55 por 100 sentía que el carácter moral de una mujer es pertinente en un caso de asalto sexual.

95. Para algunos ejemplos véase mi artículo «The Feminist Critique of Liberalism».

96. Para esta interpretación del individualismo véase «The Feminist Critique of Liberalism».

97. Veena Das / Ralph Nicholas, «‘Welfare’ and ‘Well-Being’ in South Asian Societies», en: ACLS-SSRC Joint Committee on South Asia, Nueva York 1981; si bien este documento circuló como panfleto, Das nunca lo publicó. Para una perspectiva contraria véase Agarwal, A Field of One’s Own..., 422-438, e id., «‘Bargaining’ and Gender Relations: Within and Beyond the Household», en: Feminist Economics 3 (1997), 1-51.

98. En: Bardhan (comp.), Of Women, Outcastes, 155.

99. Acerca de la estrecha relación entre las ideas budistas y utilitarias acerca de la agregación véase Damien Keown, The Nature of Buddhist Ethics, Nueva York 1992, capítulo 7, «Buddhism and Utilitarianism». La idea de reducir el sufrimiento desempeña un papel central en el discurso político budista, pero usualmente no en su severa forma metafísica, en la cual los sufrimientos de los individuos serían tratados simplemente como elementos en un todo global. La forma más estricta puede tener radicales implicancias para políticas como las de previsión o salud públicas, que no todos los budistas estarían de acuerdo en apoyar.

100. Respecto de la acusación de que los derechos humanos internacionales son tiránicos véase Wendy Brown, States of Injury: Power and Freedom in Late Modernity, Princeton 1995. Como se verá en la sección VI, yo disiento con esta afirmación.

101. Datos del Informe sobre desarrollo humano 1997.

102. Esto podría ser así, por ejemplo, si la clases media y alta estuviesen insatisfechas con el sistema de educación superior.

103. Para una convincente argumentación al respecto véanse las comparaciones regionales en Drèze / Sen, India..., y el volumen dedicado a estudios regionales comparativos que lo acompaña.

104. J. Rawls, Teoría de la Justicia, traducción de María Dolores González, Madrid: Fondo de Cultura Económica de España 1979, 21995, 156-169 (t A Theory of Justice, Cambridge (Massachussets) 1971, 161-175; existe actualmente una 2ª edición revisada, 1999), tratando el tema de la utilidad media y de sus dificultades.

105. Véase Gary Becker, A Treatise on the Family, Cambridge (Massachusetts) 1981, 2 (ed. extendida)1991 (de la 1ª edición, Tratado sobre la familia, versión española de Carlos Peraita de Grado, Madrid: Alianza 1987).

106. Véase «The Economic Way of Looking at Behavior», discurso con ocasión de la entrega del Premio Nobel 1992, en: id., The Essence of Becker, compilado por Ramón Febrero y Pedro S. Schwartz, Stanford 1995, 633-658. Dice Becker: «Muchos economistas, incluido yo mismo, nos hemos apoyado demasiado en el altruismo para vincular los intereses de los miembros de las familias», 648. Como factores que es preciso tener también en cuenta Becker menciona la culpabilidad, el afecto, la obligación, la ira y el temor al abuso físico.

107. Véase Amartya Sen, «Gender and Cooperative Conflicts», en: Tinker, Persistent Inequalities, 123-149; Partha Dasgupta, An Inquiry into Well-Being and Destitution, Oxford 1993, capítulo 11. Para otros útiles ejemplos de enfoques en la negociación véase Agarwal, A Field of One’s Own, e id., «Bargaining»; Shelly Lundberg / Robert A. Pollak, «Bargaining and Distribution in Marriage», en: Journal of Economic Perspectives 10 (1996), 139-158; L. Chen / E. Huq / S. D’Souza, «Sex Bias in the Family Allocation of Food and Health Care in Rural Bangladesh», en: Population and Development Review 7 (1981), 55-70.

108. Rawls, Teoría de la justicia, 69-72, 93-98, 359s (t 62-65, 90-95, 396s). En fecha más reciente, Rawls delimitó esta visión de los bienes primarios manifestando que no deben verse como medios para todo uso, sino como las necesidades de los ciuda­danos entendidas desde un punto de vista político, en conexión con el desarrollo y como expresión de sus «facultades morales». Rawls subrayó que la visión de las facultades morales (de dar forma y de revisar un plan de vida) es en sí misma una parte importante de la teoría política del bien: véase Rawls, El liberalismo político, 211-224 (t 178-190).

109. Más recientemente, Rawls agregó la libertad de movimiento y la libre elección de ocupación: El liberalismo político, 214 (t 181).

110. Teoría de la justicia, 398, véase 360 (t 440, 396).

111. Teoría de la justicia, 100 (t 97): «[...] si tomamos a estos individuos como especificados por los niveles de ingreso y riqueza, supongo que estos bienes sociales primarios están tan correlacionados con los del poder y la autoridad que se evita un problema de índice. [...] En general, me parece que este supuesto es suficientemente seguro para nuestros propósitos». El problema es tanto mayor cuando reconocemos que las partes, en Rawls, son cabezas de hogar que negocian, a la manera de Becker, en nombre de toda la casa; y sin embargo, la relación entre el ingreso / riqueza de un hogar y los poderes y oportunidades de una mujer puede ser muy insegura. El respeto de sí mismo puede encontrarse en una correlación insegura con todos los otros bienes primarios; así, a los judíos en Europa les fue bastante bien, en muchos casos, en lo tocante al ingreso y a la riqueza, pero muy pobremente en lo tocante a las bases sociales del respeto de sí mismos. Más tarde, Rawls reconoce este problema, diciendo que «la definición inicial de las expectativas sólo por referencia a cosas como la libertad y la riqueza es provisional; es necesaria la inclusión de otros tipos de bienes primarios, y estos plantean problemas más profundos», 360 (t 396s). No obstante, nunca se nos dice cómo resolver el problema.

112. Véase El liberalismo político, 34-41 (t 4-11), y «The Law of Peoples», en: Stephen Shute / Susan Hurley (comp.), On Human Rights: The Oxford Amnesty Lectures 1993, Nueva York 1993, 41-72, especialmente 50-59. En esta última obra, la igualdad de las mujeres es un valor que Rawls está preparado para afirmar en dimensiones transculturales.

113. Comunicación personal de Mirai Chatterjee, Renana Jhabvala y Ela Bhatt, SEWA, marzo de 1997; véase también Rose, Where Women are Leaders..., 32. Rose comenta que la dependencia va en dos direcciones: «Gandhi mismo atribuyó las tácticas empleadas en la lucha por la libertad a las tácticas que observó en la utilización que de ellas hacían su mujer y su madre en casa al resistirse a su propia explotación».

114. Véase Mill, La sujeción de las mujeres, especialmente 174-176 (t, especialmente 16-18); véase mi artículo «The Feminist Critique of Liberalism».

115. La exposición inicial del enfoque se encuentra en A. Sen, «Equality of What?», en: S. McMurrin (comp.), Tanner Lectures on Human Values I, Cambridge 1980, reimpreso en Amartya Sen, Choice, Welfare, and Measurement, Oxford-Cambridge (Massachusetts) 1982, 353-369; véanse también sus varios ensayos en id., RVD; Commodities and Capabilities, Ámsterdam 1985; «Well-Being, Agency, and Freedom: The Dewey Lectures 1984», en: The Journal of Philosophy 82 (1985), 169-221; «Capacidad y Bienestar*», en: M. Nussbaum / A. Sen (comp.), La calidad de vida: Un estudio preparado por el World Institute for Development Economics Research (WIDER) de la United Nations University, traducción al español de Roberto Reyes Mazzoni, México D.F.: Fondo de Cultura Económica 1996, 54-83 (t «Capability and Well-Being», en: M. Nussbaum / Amartya Sen (comp.), The Quality of Life: Papers presented at a Conference sponsored by the World Institute for Development Economics Research (WIDER). Studies in Development Economics, Oxford 1993, 30-53) [el traductor del volumen escribe la palabra «bienestar» seguida de asterisco para traducir el término «well-being», entendido como bienestar «en general», por oposición a «welfare», que se traduce igualmente por «bienestar», pero en sentido técnico político y económico –«estado del bienestar»–. Véase La calidad de vida: Un estudio. (N. del T.)]; «Gender Inequality and Theories of Justice», en: Nussbaum / Glover, (comp.), Women, Culture, and Development, 153-198; Nuevo examen de la desigualdad, versión de Ana María Bravo, revisión de Pedro Schwartz, Madrid: Alianza 1995 (t Inequality Reexamined, Oxford-Cambridge (Massachusetts) 1992).

116. Informe sobre desarrollo humano (t Human Development Report) de los años 1993, 1994, 1995, 1996, 1997.

117. Véase M. Nussbaum, «Nature, Function and Capability...»; M. Nussbaum, «Aristotle on Human Nature...».

118. Para una exposición acerca de las diferencias entre nuestros enfoques véase David Crocker, «Functioning and Capability: The Foundations of Sen’s and Nussbaum’s Development Ethic, Part I», Political Theory 20 (1992), 548-612, y «..., Part II», en: Nussbaum / Glover, (comp.), Women, Culture, and Development, 153-198.

119. Para más desarrollo de esta idea véase M. Nussbaum, «Aristotle on Human Nature...». Para el modo en que se individualizan las capacidades y los funcionamientos, de acuerdo con una visión de las distintas esferas de experiencia y elección humana, véase M. Nussbaum, «Virtudes no relativas...».

120. Compárese Amartya Sen, «Freedoms and Needs», en: The New RepublicReclaiming the History of Ethics: Essays for John Rawls