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SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA


CONVIVENCIA Y UTOPÍA

RODRIGO MARTÍNEZ BARACS

CONVIVENCIA Y UTOPÍA

El gobierno indio y español
de la “ciudad de Mechuacan”
1521-1580

Fondo de Cultura Económica

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición, 2005
Primera edición electrónica, 2015

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ÍNDICE GENERAL

Propósitos

Reconocimientos

Nota sobre ortografía

Abreviaturas

I. Nombres

   Primeras menciones cortesianas

   1. El reino y la provincia

   2. La ciudad principal

   3. El señor

   4. El pueblo y la lengua

II. El reino de Mechuacan

     Orígenes michoacanos

     La formación del reino

     La organización del reino

III. El primer impacto de la Conquista (1502-1530)

     Conquista pacífica

     Primeras noticias

     Embajadas

     Peste y crisis palaciega

     Primeros contactos

     Hermanos adoptivos

     La invasión

     La fragmentación del reino

     El rejuego de los intereses particulares

     La Primera Audiencia

     Las pretensiones de Juan Infante

     De encomienda a corregimiento

     La muerte del Cazonci

IV. Proyectos comunitarios (1530-1533)

      El licenciado Quiroga

      Encuentros en Santo Domingo

      El proyecto comunitario de reformación de las Indias

      Remedios

      La Utopía mexicana

      Obispos de Utopía

      Utopía de un mundo vacío

V. Fundaciones (1531-1538)

    Pleitos por Mechuacan

    Incorregibles corregidores

    Los diálogos de 1533-1534

    La Utopía michoacana

    Ordenanzas y doctrinas cristianas

    Imágenes

    Las dos fundaciones laicas de la ciudad de Mechuacan

    La fundación eclesiástica de la ciudad

    La Información en derecho

VI. Traslados (1538-1541)

      Los diálogos de 1538

      La posesión de Pátzcuaro

      La fuente de Santa María

      La bondad de Pátzcuaro

      El traslado

      La lucha con Juan Infante

      La nueva ciudad de Mechuacan en Guayángareo

VII. Reconstitución del gobierno indio (1540-1554)

       Conservación y cambio del aparato estatal

       El gobernador y el cabildo

       La ausencia del obispo

       La Información de 1553

VIII. El conflicto de las tres ciudades (1547-1556)

        El obispo Quiroga en España

        Logros del obispo Quiroga

        La alianza con el arzobispo Montúfar

        El obispo regresa poderoso

        Los hospitales de la Concepción

        La visita del virrey Velasco

        Tzintzuntzan contra Pátzcuaro

IX. Decadencia del poder indio (1560-1576)

      Última residencia de don Antonio

      El último No

      El vacío que dejó Huítziméngari

      Avances de Guayángareo

X. Reacción india (1576-1580)

     La Información de 1576

     El robo de la caja del cabildo de la ciudad de Mechuacan

     El traslado a Valladolid

XI. Recapitulación y avance

Bibliografía

        I. Textos antiguos

      II. Estudios modernos

Créditos de figuras

Apéndice. Querella que dio don Juan, gobernador, de Urdiales porque llevaba el cofre de los títulos desta ciudad, 1577

PROPÓSITOS

Una presencia ubicua en la documentación del siglo XVI michoacano es la llamada “ciudad de Mechuacan”. La denominación sorprende debido a que Michoacán es hoy el nombre de uno de los estados que conforman los Estados Unidos Mexicanos; en la época colonial fue el nombre de una provincia, un obispado y una lengua; y antes de la llegada de los españoles nombre en lengua náhuatl de un gran reino; pero suena raro como nombre de ciudad.

La extrañeza y dificultad del término “ciudad de Mechuacan” aumenta por su variedad de sentidos. En el siglo XVI, entendida como “cabecera” de la “provincia de Mechuacan”, designó varios asentamientos sucesivos y contendientes: Tzintzuntzan (primero llamada Uicicila o Uchichila por los españoles), la fugaz Nueva Granada (cerca de Tzintzuntzan), Pátzcuaro y Guayángareo (después llamada Valladolid y más adelante Morelia).

El conflicto entre Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Guayángareo por el título de ciudad de Mechuacan repite como un eco la existencia de tres capitales del reino michoacano prehispánico: Pátzcuaro, Ihuatzio (Coyoacan) y Tzintzuntzan (Huitzitzillan). Cuando llegaron los españoles gobernaba en Tzintzuntzan el Cazonci Zuangua. Sin embargo, la capital del reino michoacano había estado previamente en Pátzcuaro e Ihuatzio, sucesivamente o en la forma de una efímera Triple Alianza, con características peculiares. El sesgo tzintzuntzanista de la Relación de Mechuacan, la principal fuente disponible sobre el Mechuacan prehispánico, hace difícil tener una visión clara de las cosas. Y está en pañales la arqueología de la cuenca del lago de Pátzcuaro.

Una dificultad adicional es que la ciudad de Mechuacan en Tzintzuntzan y en Pátzcuaro compartió con la ciudad de Mexico la peculiaridad de ser ciudad y capital de provincia por partida doble y aun triple. Fue ciudad y capital india y ciudad española, y además capital eclesiástica, sede del obispado de Mechuacan.

Otro grado de ambigüedad de la ciudad de Mechuacan es que podía referirse a la ciudad misma, india, española o episcopal, o a sus respectivos cabildos. Sin embargo, la fundación y el funcionamiento de cada una de estas ciudades no implicaron siempre el funcionamiento del cabildo indio, el cabildo español o el cabildo eclesiástico, que pasaron por diversas y mal conocidas vicisitudes. Cuando se habla en el sentido político de la ciudad de Mechuacan en Pátzcuaro, casi nunca es claro si se refiere al cabildo indio o al cabildo español, o a ambos juntos.

La documentación expresa intereses encontrados que aprovechan las ambigüedades de sentido de la ciudad de Mechuacan, y el historiador debe utilizarla con cuidado para entender a qué ciudad se refiere en cada momento (Tzintzuntzan, Pátzcuaro o Guayángareo), o, también, qué concepto de “ciudad” (india, española, episcopal) asumía cada actor en cada contexto.

Es lamentable la pérdida, espero que no irreparable, de la mayor parte de la documentación relativa a los cabildos de la ciudad de Mechuacan en Tzintzuntzan y en Pátzcuaro en el siglo XVI. Suple en algo esta carencia la información indirecta de la documentación provincial, del alcalde mayor de la “ciudad y provincia de Mechuacan” y sus tenientes (en el Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro),1 de la documentación central, del virrey y la Real Audiencia en la ciudad de México (en el Archivo General de la Nación) y la documentación metropolitana del Consejo de Indias (en el Archivo General de Indias), entre otros repositorios. Pero hasta la fecha no se conoce el funcionamiento, vida e interacción de los cabildos indio, español y eclesiástico de la ciudad de Mechuacan.

En el presente ensayo me propongo seguir a grandes rasgos el desarrollo del gobierno indio y español, civil y eclesiástico de la ciudad de Mechuacan (en Tzintzuntzan, primero, y en Pátzcuaro después) en las primeras décadas después de la Conquista, atendiendo a su carácter complejo, a lo largo de múltiples circunstancias que alteraron de manera profunda la organización política que encontraron los españoles en Mechuacan, ella misma producto de mal conocidos procesos.

Las generalizaciones resultan empobrecedoras al tratar de aprehender un proceso político multifacético y conflictivo, sobre el cual las fuentes permiten plantear ideas y problemas, pero no siempre dan los medios para probarlas o resolverlos. Presento una aproximación provisional, que preferí disponer de manera cronológica, para tratar de acercarme a cada momento o situación “en interioridad” y apreciar la imbricación del gobierno de la ciudad de Mechuacan con la vida toda: política, económica, social, cultural, religiosa, etcétera.

En un primer capítulo, a manera de introducción, retomo las primeras menciones de Hernán Cortés a la provincia de Mechuacan, a su señor el Cazulci y a su ciudad capital Uicicila, para hurgar en el sentido político y simbólico de estos y otros nombres michoacanos. En este capítulo y a lo largo de todo el trabajo no dejé de tener en cuenta que al estudio de la vida humana se aplica lo que sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) escribió sobre la comprensión de las letras divinas en su Respuesta a sor Filotea de la Cruz, del primero de marzo de 1691: “No hay duda de que para inteligencia de muchos Lugares, es menester mucha Historia, costumbres, ceremonias, proverbios, y aun maneras de hablar de aquellos tiempos en que se escribieron, para saber sobre qué caen y a qué aluden algunas locuciones de las Divinas Letras”.

Sé que mi documentación es limitada y que los archivos aún tienen mucho que entregar. Confío en la posibilidad de que aparezcan algunos de los documentos municipales michoacanos perdidos. Y espero que estudios más completos se dediquen pronto al tema del gobierno indio y español de Pátzcuaro durante el conjunto del periodo colonial.

Mi trabajo se detiene en 1580, cuando la sede del obispado de Mechuacan pasó de Pátzcuaro a Guayángareo-Valladolid. Los dos cabildos españoles —secular y eclesiástico— se fueron a Valladolid, y el cabildo indio de la ciudad de Pátzcuaro quedó como el único cabildo formal de la ciudad, gracias al cual, sin embargo, Pátzcuaro se mantuvo como ciudad y como capital de la provincia india de Mechuacan. Esta situación se prolongó durante más de cien años, hasta 1689, cuando se reinstituyó un cabildo español en la ciudad de Pátzcuaro. El largo siglo de la autonomía india michoacana en Pátzcuaro (1580-1689), el breve siglo de convivencia de un cabildo indio y otro español (1689-1767) y el medio siglo del ataque borbónico contra las corporaciones indias (1765-1808) merecen estudiarse por separado.

1 El Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro (AHCP) contiene la documentación del alcalde mayor y su teniente, así como las escrituras públicas hechas ante escribano. Contiene muy pocos documentos de carácter municipal. No se han encontrado actas de cabildo, indio o español.

RECONOCIMIENTOS

El presente trabajo tiene su origen en un documento que encontré en 1986 durante mi primera temporada de catalogación de los documentos del siglo XVI del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro (AHCP), con mi colega y amiga Lydia Espinosa Morales y cuatro estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (Marcela Muñoz Ayala, Diana Lorena Segura Anaya, Patricia Lezama Morales y María del Carmen Medina Mora). Se trata de un breve testimonio judicial pulcramente escrito en 1577 en la “ciudad de Mechuacan” (Pátzcuaro) a petición del gobernador indio don Juan Purúata, relativo al intento de robo de la caja de tres llaves de la ciudad por el escribano de la rival ciudad de Guayángareo. Transcribí el documento para incluirlo en el apéndice documental de nuestro Catálogo de los documentos del siglo XVI del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro, pero también comencé un breve estudio introductorio para publicar el documento por separado. El texto se fue extendiendo, pues no lograba entender por qué el gobernador indio de la ciudad de Mechuacan (Pátzcuaro) defendía con tanto ahínco un cofre que contenía los documentos más importantes de la ciudad, que no aludían a la ciudad india.

Presenté un torpe intento de respuesta el 7 de agosto de 1996, al referirme al gobierno indio y español de la ciudad de Mechuacan en el simposio “Balance y perspectivas de la etnohistoria purépecha: gobierno y organización política”, coordinado por Carlos Paredes Martínez, en la XXIV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, en la ciudad de Tepic, Nayarit. Carlos Paredes y Marta Terán me apremiaron a entregarles mi ponencia para una amplia compilación de estudios sobre el gobierno indio en Michoacán desde la época prehispánica hasta el presente. En 1998 di una conferencia sobre el tema en Morelia, invitado por la Universidad Michoacana, en la que claramente sentí que aún no dominaba el tema, enfrascado como estaba en otras investigaciones. No podía entregar mi artículo porque no podía resumir un proceso cuyo desarrollo no conocía. A partir de 1999 pude regresar de lleno a mis estudios michoacanos, hundirme en la documentación a mi alcance y tratar de llegar a un intento de síntesis.

Presenté una primera versión de este libro como tesis de doctorado en historia y etnohistoria en el Programa Integrado de Maestría y Doctorado de Historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia del INAH. A mi maestra Johanna Broda, directora de la tesis, le agradezco muy particularmente su apoyo, confianza, consejos y entusiasmo. Agradezco el apoyo cordial de mis maestros y condiscípulos, trabajadores y autoridades del mencionado Programa, y de toda la ENAH, así como el de los estudiantes de la licenciatura de historia de la misma ENAH, donde doy clases.

El jurado de mi examen profesional estuvo constituido por Johanna Broda, Catherine Good, Enrique Florescano, Carlos Paredes y Marta Terán, como titulares; Mario Camarena y Leonardo Icaza, como suplentes; y Aída Castilleja, como secretaria de actas. A todos les agradezco su lectura, apoyo y consejos.

Agradezco a la Dirección de Estudios Históricos del INAH (a la institución, a mis jefes y compañeros de trabajo) su permanente apoyo y aliento. Igualmente agradezco al Sistema Nacional de Investigadores por el apoyo que me ha dado en la fase final de la redacción de la tesis y en su transformación en libro, designándome investigador nacional en agosto de 2001. Y agradezco también a las autoridades del Departamento de Publicaciones del INAH y del Fondo de Cultura Económica por hacer posible esta coedición. En el Fondo quisiera agradecer particularmente el interés de Adolfo Castañón, Joaquín Díez-Canedo, Paola Morán y Mónica Vega.

Quisiera expresar mi reconocimiento a las autoridades y al personal de varios archivos y bibliotecas: Archivo General de la Nación de México y Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro; las bibliotecas Beinecke de la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, y John Carter Brown, en Providence, Rhode Island, ambas en Estados Unidos; y finalmente, a la biblioteca Manuel Orozco y Berra, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

Ha sido muy grande el estímulo de las reuniones bimensuales en Pátzcuaro del Grupo Kuanískuiarani de Estudiosos del Pueblo Purépecha, el Grupo Kuanis, animadas por Carlos García Mora y otros colegas amigos, en las que participan desde hace siete años arqueólogos, antropólogos, ecólogos, historiadores, lingüistas y otros estudiosos purépechas y mestizos mexicanos y extranjeros.

El apoyo de varios maestros y colegas fue muy importante para la realización de este trabajo. Carlos Paredes Martínez y Marta Terán no dejaron de apurarme con paciencia: me animaron, me regalaron libros y fotocopias de documentos y contestaron mis consultas. Enrique Florescano y Lydia Espinosa Morales me introdujeron a la historia michoacana y no han dejado de apoyarme. Woodrow Borah y James Lockhart me abrieron el paso a la historia política de los pueblos indios y de las provincias novohispanas.

En la ciudad de México, Morelia, Pátzcuaro y Erongarícuaro no dejaron de hacer patente su generosidad: Ruth Arboleyda, Patricia Carot, Aída Castilleja, Felipe Castro Gutiérrez, Aurora Díez-Canedo, Néstor Dimas Huacuz, Stéphanie Gandet, Carlos García Mora, Isabel González Sánchez, Catherine Good, el padre Francisco Miranda, Helen P. Pollard, José Antonio Rojas Loa, Hans Roskamp, Gerardo Sánchez Díaz, Peter Smith K., Enrique Soto González y Patricia y J. Benedict Warren. Claudine Chamoreau, Ismael García Marcelino, Fernando Nava e Ireneo Rojas me regalaron sus trabajos y atendieron mis consultas sobre la lengua purépecha. Mis compañeros María Teresa Bonilla, Jorge González Angulo y Delia Salazar me auxiliaron varias veces con la computadora. Sara Wood me regaló una portátil con correo, que ha sido vital.

Tengo varios familiares-colegas que me apoyaron de muchas y decisivas maneras: mi padre, José Luis Martínez; mis hermanos, José Luis y Andrea, y mi mujer, Miruna Achim. Y no olvido a mis hijas María y Constanza y a mi hijo Julián, que también ayudaron a su manera. A todos les agradezco con el alma su amable generosidad.

Los errores e insuficiencias son, por supuesto, míos.

RODRIGO MARTÍNEZ BARACS

NOTA SOBRE ORTOGRAFÍA

Respeto en términos generales la ortografía de las palabras purépechas y nahuas que registran los documentos antiguos. Sólo para discusiones particulares doy una pronunciación más precisa. Me permití, eso sí, precisar la ubicación del acento tónico, que las fuentes antiguas por lo general no registran, en un esfuerzo por restituir algo de la pronunciación de los hablantes del siglo XVI, de la gente.

Todas las palabras nahuas son graves o llanas, están acentuadas en la penúltima sílaba, por lo que escribo: Mechuacan, Coyoacan, Tenochtitlan, Cihuacóatl, Cuauhtémoc, etc. En la lengua michoacana, el acento tónico de las palabras, por muy largas que sean, aparece siempre en la primera o, más frecuentemente, en la segunda sílaba. Puede haber un segundo acento, pero es de carácter secundario, de apoyo.1 Por lo general transcribo: Pátzcuaro, Guayángareo, Guayámeo, Eróngaricuaro, Cuínierángari, Huítziméngari, etcétera.2

Al ser apropiados por los españoles en el siglo XVI, muchos nombres nahuas y purépechas vieron muy pronto trasladado su acento tónico: Michoacán, Tenochtitlán, México, Guayangareo, Guayameo, Erongarícuaro, Huitziméngari, Tangaxoán, etc. No pretendo rendir cuenta de esta evolución de la pronunciación de las palabras nahuas y purépechas por los españoles. Sólo quise transmitir algo de la presencia del pasado al conservar la pronunciación antigua nahua y purépecha. Escribo México o Michoacán para referirme a las jurisicciones actuales. De antemano ofrezco disculpas por los errores y las inconsistencias en que incurra.

Recuérdese asimismo que, en purépecha, en náhuatl y en el español del siglo XVI la x se pronuncia como la sh inglesa o la ch francesa: Xarácuaro, Xarátanga, Tangáxoan; Mexico, Xóchitl; Ximénez, Xuárez. En náhuatl la ll se pronuncia como una doble l, como bellissima en italiano: Huitzitzillan; y la h antes de consonante como una aspiración o saltillo: Xiuhquillan, Cuauhtémoc, tahtli.

Para facilitar y precisar la lectura de las citas de textos antiguos en español me permití incluir una puntuación discreta y modernizar ligeramente la ortografía, tratando de conservar la pronunciación antigua. También puse algunas mayúsculas en los nombres propios y algunas instituciones y títulos.

1 Véase Claudine Chamoreau, Description du Purépecha parlé sur des îles du lac de Patzcuaro (Mexique), Tesis de doctorado en lingüística (Université Paris V, René Descartes. Groupe des Sciences Humaines-Sorbonne), 4 de diciembre de 1998, pp. 150-152.

2 Encontré la acentuación de muchos nombres propios michoacanos en Eduardo Ruiz, Michoacán. Paisajes, tradiciones y leyendas [Primera parte], Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1890; reed. facs., Innovación, México, 1979; Mauricio Swadesh y Pablo Velásquez [Gallardo], “Nombres y términos culturales tarascos con sugerencias etimológicas”, en Delfina Esmeralda López Sarrelangue, La nobleza indígena de Pátzcuaro en la época virreinal, UNAM (Instituto de Investigaciones Históricas), México, 1965, pp. 327-334; y en Pedro Márquez Joaquín, “Glosario de voces purépecha”, en fray Jerónimo de Alcalá, OFM, Relación de Michoacán (1541), ed. coordinada por Moisés Franco Mendoza, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, Zamora, Morelia, 2000, pp. 693-726.

ABREVIATURAS

AGI

Archivo General de Indias, Sevilla

AGN

Archivo General de la Nación, México

AHCP

Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro

BAGN

Boletín del Archivo General de la Nación, México

CDIAO

Joaquín F. Pacheco, Francisco de Cárdenas y Luis Torres de Mendoza, eds., Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, sacados, en su mayor parte, del Archivo de Indias, Imprenta de Manuel B. de Quiroz y otros pies de imprenta, Madrid, 1864-1884, 42 vols.

CDIU

Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar, Madrid, 1885-1932, 25 vols.

CIESAS

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

Conaculta

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

Conacyt

Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

Crefal

Centro Regional de Educación de Adultos y Alfabetización Funcional para América Latina

CEMCA

Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos

Diccionario de autoridades

Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, en la Imprenta de la Real Academia Española, Madrid, 1726-1739, 6 vols.; reed. facs., Gredos, Madrid, 1984

ENE

Francisco del Paso y Troncoso, ed., Epistolario de Nueva España (1505-1818), Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos (Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas, segunda serie), México, 1939-1942, 16 vols.

FCE

Fondo de Cultura Económica

HAHR

Hispanic American Historical Review

INAH

Instituto Nacional de Antropología e Historia

INI

Instituto Nacional Indigenista

RM

[Fray Jerónimo de Alcalá,] OFM, Relacion de las cerimonias y rictos y gobernaçion de los indios de la provincia de Mechuacan (1541) (Relación de Mechuacan), Ms. ç.IV.5 de la Biblioteca de El Escorial. Varias ediciones

SEP

Secretaría de Educación Pública

UNAM

Universidad Nacional Autónoma de México

Universidad

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Michoacana Puga,

Vasco de Puga, Provisiones, cédulas, instrucciones de Su

Cedulario

Majestad…, Pedro Ocharte, México, 1563; reed. facs. con presentación de Silvio Zavala, estudio preliminar de María del Refugio González e Índice cronológico de Joaquín García Icazbalceta (1878), Condumex, México, 1985

SP

Serie Pátzcuaro, Microfilms, Biblioteca del Museo Nacional de Antropología, México

ÓRDENES RELIGIOSAS

OFM

Orden de Frailes Menores (franciscanos)

OFMCap

Orden de Frailes Menores Capuchinos

OM

Orden de la Merced (mercedarios)

OP

Orden de Predicadores (dominicos)

OSA

Orden de San Agustín (agustinos)

OSJ

Orden de San Jerónimo (jerónimos)

SJ

Societatis Jesu, Compañía de Jesús (jesuitas)